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Ganadores Concurso Aniversario Microrrelatos ¡Ya somos grandes!

¡Llegó el día de anunciar a los ganadores! Queremos agradecer a todos los que se sumaron a nuestra propuesta de este año: Microrrelatos ¡Ya somos grandes!

Nos alegra mucho la repercusión obtenida con relatos que llegaron desde distintas partes del mundo y los mensajitos que nos mandaron con tanto afecto. ¡Gracias por las ganas y la alegría que nos han sabido transmitir a través de sus palabras! Es un placer darnos este recreo para escribir, leer y divertirnos juntos.

Queremos aclarar que recibimos varios que no se ajustaron a la propuesta que en esta ocasión se centraba en los 18 años y la mayoría de edad, o esos recuerdos del pasaje de la infancia a la adultez. Por supuesto lo hablamos con cada uno de los escritores, pero nobleza obliga nos pareció pertinente comentarlo aquí también.

Los invitamos a leer todas las participaciones en la página web, son dos tandas de escritos.

Como suele pasar nos resultó difícil seleccionar a los finalistas ganadores, disfrutamos descubriendo el estilo de cada uno y la variedad de propuestas. 

Finalistas ganadores (por orden alfabético):

M.H. (iniciales a modo de seudónimo) de Lima, Perú

Próspero Mineo (seudónimo) de Ciudad de Buenos Aires, Argentina

Miguel Salas de Madrid, España

¡Nuestras felicitaciones y aplausos!!

Para los que gusten releer los microrrelatos ganadores, les recordamos que se encuentran publicados en los compilados que subimos durante estos días y pueden ver haciendo click en los siguientes links:

Microrrelatos ¡Ya somos grandes! Primera parte

Microrrelatos ¡Ya somos grandes! Segunda parte

Ahora… a seguir trabajando por muchos años más!!

Microrrelatos ¡Ya somos grandes! Segunda parte

Compartimos la segunda tanda de Microrrelatos bajo la consigna ¡Ya somos grandes! que llegaron a la Convocatoria Aniversario de Viví Libros 2019!

Si quieren consultar las bases del concurso, vean este link:

Sueños

Desde muy chiquito, como todo niño soñaba, por las noches, en siestas de aguaceros, arrullado por el golpeteo sobre el techo de paja y cartón, embriagado por el olor a tierra mojada y además porque refrescaba como para taparse con una sábana, que más podría hacer… salir a jugar? la abuela dormía y no se podía hacer ruido, seguramente cuando escampe alguien irá hasta lo de don Rómulo a comprar harina y habrá torta frita con mate cocido o con te de naranja.

No se en que momento empecé a soñar despierto, tal vez cuando estaba solo y aburrido o cuando me alejaba del resto porque prefería el silencio, el ruido interfiere y no entendía o no le encontraba la diversión a lo que estaban haciendo, o tal vez simplemente no tenía o no me daban lugar en sus juegos.

Y descubrí que está bueno soñar despierto porque en esa forma podes elegir los finales a la medida, a tu gusto o necesidad, podés rebobinar, retomar desde donde lo dejaste, podés mejorarlo, adornarlo, adobarlo, estirarlo y resoñarlo cuantas veces quieras.

El «problema» es que está buenísimo y quién quiere volver a la realidad? La realidad…es como un viento que viene desde lejos, un eco rebotando en el oído, inentendible al principio, apenas audible… «él vive en la luna» 

Tampoco sé cuándo, ya mas cerca en el tiempo, me puse tan «canchero” con los sueños de «verdad» que podía despertarme a mi antojo cuando algo no me «cerraba» entonces me decía: naa esto no funciona así, estoy soñando y me despertaba, entonces tal vez desilusionado y sin proponérmelo simplemente un día dejé de soñar.

Lo que ni en mis mejores sueños se me ocurrió jamás es imaginar que un día estaría haciéndome un tiempito para mí, para hacer cosas que me dan placer, para adquirir conocimientos, un volver a la escuela y tener compañeros de clase, y no hablo solamente de la música que si bien ni remotamente lo esperaba se me hizo mas natural, hablo del grupo más numeroso, de los sábados tempranito, ser el primero en llegar, acomodar las mesas, los bancos y a esperar…te je!

No sé lo que pasó, sucedió de repente, o no tanto, más bien de a poquito alguien distinto me conmovió, me dio vueltas la cabeza, la vi a ella y nadie más a pesar de la multitud, como dice Sabina, «la vida se lució poniendo ante mí un caramelo» y quise disfrutarlo, vivirlo, intenté ir un poquito más allá, experimentar, me animé a decile sin pensar en las consecuencias, mis sentidos revivieron y de tanto estar vivo un día volví a soñar…

Sonreías y me dabas un beso tibio, pleno, corto, sincero, sentí que no era un beso de primera vez, no estaba descubriendo sabores ni olores nuevos, la adrenalina no me explotaba el corazón, estaba tranquilo, pensé «ya nos besamos antes» pero cuando? Si yo…pero ella no…Dónde estamos? Te sacaste la campera pasando tu mano por detrás para estirar desde el puño y que no quede dado vuelta cuando lo colgabas en el respaldo…ah entonces ya se!

Y no me desperté a pesar de las muchas preguntas que flotaban en mi cabeza, cosas que no me cerraban, enigmas sin resolver.

Lo que siguió fue de bordes fuertes, ajustado, profundo, infinito, eterno…letal.

Cuando llegó la calma simplemente me fui despertando a medida que te desvanecías dejando tu lugar a las luces que, desde la placita atravesaban las cortinas del ventanal. Quierovolveramirarelcielo…?��

Tony

Berazategui, Buenos Aires, Argentina

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Grande de golpe

Que en la vida uno nunca sabe lo que puede pasar es cierto, pero convengamos que hay situaciones que dejan huella y te hacen crecer de golpe.

Como les pasó a ellos mientras tomaban un café en La Subasta, el bar de moda en el barrio de Flores, una noche de otoño. Ella estaba radiante de felicidad con sus 15 años recién cumplidos y él no disimulaba el brillo de sus ojos al mirarla. Entre risas y charla pasaban el rato cuando ingresaron dos hombres de traje al lugar.

El clima festivo se transformó en un silencio sepulcral. Se identificaron como agentes de la brigada antinarcóticos y pasaron mesa por mesa solicitando documentos e interrogando a cada uno de los asistentes. Pero, ¿quién podría creerles? cuando corrían los años de la dictadura militar en Argentina.

La parejita igual se sentía tranquila, total ellos solo estaban bebiendo un café con crema. Miraban a su alrededor y la mayoría de la gente tomaba sidra acompañada de maní con cáscara porque eso era lo característico de la casona, o se pedían unas cervezas tiradas con picada de fiambres mientras sonaba la música.

El famoso: “Me va a tener que acompañar” dirigido a ella, sonó fuerte. Su cara de asombro y angustia no tardó en instalarse para quedarse así todo el resto de la noche.

“Pero, por qué si solamente estamos tomando un café”, les replicó ella muy segura y él, en uno de esos actos de valentía que propicia el amor, exclamó al instante: “¡No!, si la llevan a ella, yo también voy!”

Por supuesto fue un banquete para aquellos hombres, o quizás debiéramos llamarlos bestias: “¿Querés venir…? Claro pibe, vos vas en aquel patrullero y ella con nosotros”.

Nadie más del bar atinó a decir una sola palabra.

Aquella noche de otoño, ellos crecieron de golpe.

Miguel Salas

Madrid, España

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Las chicas al baile

En épocas pasadas, durante mi niñez, recuerdo observar detenidamente a mis tías, cuando se arreglaban para ir «al baile”, como se lo llamaba en aquel entonces.

Mis tías y yo vivíamos en una zona rural, lo que conlleva estar alejadas del pueblo. Y, por lo tanto, no siempre tenían acceso a comprar los productos cosméticos, maquillajes pues.

Pero lo que sí tenían era un brillante ingenio.

Es así como al llegar la tardecita ya empezaban a alistarse las chicas. Y en aquella época a diferencia de la actual, la movida comenzaba temprano. Para las diez a más tardar.

Se iniciaba entonces la preparación.

Primeramente al no tener base de maquillaje, la reemplazaban por…talco. Sí sí, así mismo, por talco. Lucían más blancas que de costumbre, pero con una piel súper lisa. Seguidamente resaltaban sus ojos con lápiz negro. Esos ojos tenían que verse grandes y bien marcados. Y por último y el toque final, para terminar de lucir una mirada más que seductora, marcaban sus finas cejas con un corcho quemado (aunque no lo crean) que completaba su look total, con una mirada que nadie podría resistir en aquellas alegres noches.

Y así, bajo mi atenta mirada, las chicas ya estaban listas para…El baile. Haciendo honor a la conocida frase: la belleza cuesta.

Guadalupe Robledo

General San Martín, Chaco, Argentina

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Nunca llegué a preguntarle. Él era tan alto. Más alto. Muy alto. Y yo no llegaba a llamar su atención. Él andaba siempre ocupado. Muy ocupado. Tan ocupado. Y yo no quería preocupar su ocupación. Al fin de cuentas cuán importante podía ser mi pregunta. Esa pregunta ya no la recuerdo. Solo tengo aun la sensación de ganas de preguntarle. Pero como se le pregunta a los que ya no están. Nunca fui muy creyente. Ni esotérico. Una pena porque ese creer ayuda. Como supongo que lo ayudaba a él. El supongo que creía en su ceño fruncido de maletín de cuero en mano. De hojas cuadriculadas, de planos y carpetas. Una corbata, por ejemplo, ayuda al rito. Y uno ejerciendo el rito se transforma en una persona ocupada. Pero cuando sos Little boy la corbata no es de verdad, te dan una armadita con ese elástico oculto bajo el cuello. Y sos como un actor disfrazado, haciendo de grande, haciéndote el grande fumando cigarrillos de escarbadientes pero sin la fe necesaria para creer en tu papel. Ahora ya es tarde. De vos solo queda este recuerdo que tengo mientras veo el semáforo que cambia a verde y comienzan a tocar bocina, impacientes.

Próspero Mineo

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

Microrrelatos ¡Ya somos grandes! Primera parte

Compartimos los primeros Microrrelatos bajo la consigna ¡Ya somos grandes! que llegaron a la Convocatoria Aniversario de Viví Libros 2019!

Si quieren consultar las bases, vean este link: https://vivilibros.com/convocatoria-18-aniversario-vivi-libros/

Pasaje

Gracia era una de esas jóvenes rebeldes en busca de una causa, de las que había muchas por esa época. Tenía 16 años cuando se enamoró perdidamente de un muchacho de su edad; juntos, exploraron por primera vez los territorios más recónditos del amor y el deseo. Todo ocurrió de manera tan espontánea, novedosa y liberadora (¡ningún dolor!) que creyó sinceramente que la represión sexual simbolizaba la sujeción de los jóvenes –los oprimidos–- por parte de los mayores, –los reaccionarios del momento histórico–. Demás está decir que aprendió casi de memoria ese librito de W. Reich, La lucha sexual de los jóvenes, que era una posesión tan rara y preciada por aquel entonces que desaparecía de todas partes, y se lo recitó a sus padres, quienes quedaron estupefactos. Sabía muchas cosas, creía la pobre. Dos años más tarde, viajó con otro muchacho, con el que andaba en ese tiempo. Una noche, fue tomada por un extraño placer, muy extraño, de resultas de lo cual le brotó un llanto inexplicable. Viajaban con un grupo de compañeros de la Universidad entre los que me encontraba. Cuando escuchamos el llanto, sometimos a nuestro compañero a toda clase de interrogatorios; él estaba muy asustado e intentaba consolarla, decía que nada inusual había sucedido y lo mismo repetía ella. Las mujeres decidimos apartarla del supuesto mal hombre y a ella no le quedó más remedio que acceder para callarnos, según me dijo allí mismo. Nada sirvió, lloró hasta quedar dormida. Después me lo confesó: lo había entendido, era eso; ahora sabía que, cuando el abismo se abre, es posible flotar en el abrazo del hombre amado.

M.H.

Lima, Perú

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Un fracaso “educativo”

Yo era pequeña y muy traviesa.

Me la pasaba jugando e inventando cosas.

Según mi maestra yo me portaba “mal”.

Entonces me reprendía dejándome sin recreo y obligada a hacer las cuentas que ella, muy prolijamente, escribía en el pizarrón.

¡Que extraños y grandes parecían esos números! ¡Qué difícil su solución! ¡Qué enorme y negro el pizarrón! Por la ventana del aula mis compañeras jugaban conmigo a escondidas y el deber quedaba siempre sin hacer.

Hoy ya “soy grande”.

El pizarrón se “achicó” y las “cuentas” ya no me parecen tan difíciles.

¡Y por supuesto! que el asombro y las ganas de jugar y mucha de aquella sensación que de pequeña me convocara, a pesar de los ingentes esfuerzos de aquella maestra, en mi interior sigue intacta.

Lili Fernández

San Justo, Buenos Aires, Argentina

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Malvinas

“Quiero ser grande” me dijo, cuando se fue aquella tarde.

Y fue grande.

Pero no volvió nunca más.

Lili Fernández

San Justo, Buenos Aires, Argentina

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Del tiempo e´ ñaupa

Cuando yo era adolescente, allá lejos y hace tiempo, no nos dejaban usar “tacos” hasta que no cumpliéramos los quince. Tampoco nos dejaban “pintarnos”. ¡Y menos que menos depilarnos las piernas!

Mis primeros “tacos” los tuve a los catorce ¡Uds. vieran que hermosas me parecían mis piernas subidas a esos apenas cinco centímetros!

Aprendí a pintarme con las pinturas que me “prestaban” mis compañeras más grandes y a escondidas de mis padres.

Y un día, bañándome, tomé la maquinita de afeitar de mi viejo ¡y ajusticie todos los pelos que me molestaban!

Así fue como me recibí de “grande”.

Lili Fernández

San Justo, Buenos Aires, Argentina

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SER UN POTUS

La gran tentación de todo cuarentón divorciado es tener un romance con una chica que tenga entre 22 y 26 años de edad. Ese “volver a los 17” como diría Violeta Parra, marcha sobre rieles hasta que ella le dice que él es el hombre de su vida seis días a la semana, porque los viernes… “¡ella se va a bailar sola con sus amigas!”. Eso alguna vez me pasó a mí.

“¿Por qué a bailar?¿ no pueden ir a cenar, al cine, al teatro, a un recital, a una exposición de arte?” se pregunta el atribulado caballero (yo), y rápidamente él (yo) le describe algo obvio: que en los boliches van los tipos a levantarse minas y que estando bebidos o tal vez “fumados” es absolutamente probable que uno o más de uno se le tire un lance a la chica de manera obscena o agresiva.

Pero ella lo mira como si él le hablara del sexo de los ángeles.

El varón (yo) entra en pánico y lejos de apelar a la experiencia, que siempre nos enseña que el agua del río no se detiene aunque le metamos nuestro pie, enfrenta el discurso de la jovencita con planteos sobre la Ética totalmente inútiles, ya que esa decisión ella se la ha planteado como algo instituido, igual que los viajes de egresados de estudiantes, el show de streappers en las despedidas de solteras, la ingestión de pizza después de ver una película en un cine y la jura de la bandera cada 20 de junio.

Pensando que su razonamiento está obnubilado por la edad, consulta a los machos más jóvenes de la especie, y descubre en ellos los mismos ataques de celos o incomodidad ante esta costumbre de las minas, que parece atacarlas a los 16 y les dura hasta cerca de los 50.

Ellas aseguran no hacerlo con la intención de “transarse” otro flaco, sino para divertirse. Si van solas, afirman, pueden bailar más sueltas y hasta hacerse las payasas, “bardear” a todo el mundo, beber de más, y sentir la libertad de acceder a cierta cuota de descontrol que con el novio presente sería imposible.

Incluso varias chicas confiesan “producirse más” y ponerse “más provocativas” cuando van solas a las “disco”, total, si algún chico se les viene encima le dicen que tienen novio y listo. Aunque claro, si el pibe está bueno, a lo mejor danzan un poco y algún piquito le dan.

Novios atormentados, con la excusa de que pasaban por casualidad, se aparecen de golpe en el boliche a la tres de la mañana, para ver qué están haciendo sus novias, pero este tipo de actitudes o intentar que ellas corten estas salidas puede significar el fin de la pareja.

Allí es cuando el varón comprende (yo) que la mujer copió de él sus dos grandes defectos milenarios: inmadurez y egocentrismo. Y ante la brutalidad de presenciar su propia imagen interior reflejada duramente en el espejo de la histeria femenina, no le queda otra opción que ser un potus. Ni estar a favor ni oponerse, ser un potus, inmóvil, mudo, y esperar que a ella se le pase. Y si la chica cumplió los 30 y no crece, al menos, rogar que lo riegue un poco todas las mañanas.

Luis Buero          

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

Convocatoria 18º Aniversario de Viví Libros

CUMPLIMOS 18 AÑOS

¡Viví Libros está de festejo!! Nos encontramos soplando las 18 velitas de nuestro cumpleaños. ¡Ya somos grandes! Muchos años de trabajo, mucho recorrido juntos… Como siempre, queremos compartir esta enorme alegría del aniversario con ustedes.

Entonces, ¿qué mejor que divertirnos juntos para festejarlo? Los invitamos a sumarse a la siguiente convocatoria:

CONCURSO DE MICRORRELATOS: ¡YA SOMOS GRANDES!

Cuando nuestros chicos cumplen 18 años, solemos suspirar… ¡qué grandes que están! Y sí, se asocia a la mayoría de edad o por lo menos, a una nueva etapa de la vida. Son esas pequeñas escenas de la vida misma las que queremos rescatar en este concurso aniversario, aquellas circunstancias desopilantes que dan origen a divertidos microrrelatos y a otro tanto no tan risueños, pero que es un placer leerlos.

Les proponemos que nos relaten alguna situación, anécdota, fábula o minificción donde nuestra existencia cotidiana cobre protagonismo. Puede ser desde el lado personal, de los amigos, de la familia o los vecinos, desde donde gusten… Quizás sobre sus hijos, sobrinos, amigos o cuando ustedes mismos se sintieron por primera vez mayores, alguna reflexión de ese pasaje desde la infancia a la adultez. ¡Seguro que a un simple golpe de vista, ya se les está ocurriendo alguna microficción!

El objetivo es que escriban un relato breve y lo envíen por e-mailfacebooktwitter o directamente como comentario en la web durante estos días (hay tiempo hasta el domingo 4 de agosto).

Los microrrelatos deben ser inéditos (nunca publicados en ningún medio) y pueden ser firmados a nombre propio o con un seudónimo pero incluyendo la ciudad y país de residencia. Seleccionaremos tres microrrelatos que recibirán su premio y los daremos a conocer en el Newsletter y todos nuestros medios habituales. 

A los ganadores, les regalaremos la suscripción gratuita a Viví Libros hasta diciembre 2019 con todos los beneficios.

Durante estos días, compartiremos las lecturas con ustedes de todos los Microrrelatos ¡Ya somos grandes! en nuestra fan page de facebook, por twitter y subiendo de a grupos los microrrelatos a la página web. Vale comentar, opinar y sobre todo: ¡divertirnos juntos! A no olvidar que estamos de festejo.

Ahora… a escribir!

A modo de inspiración, les compartimos el comienzo de la novela Diez mil kilómetros de distancia de Yamil Dora donde el autor juega con ese tiempo que va y viene desde la niñez a la adultez:

Tengo cinco años. Estoy yendo al jardín con mi abuela y la tía María. Voy en el medio. Una mano para cada una. Mi abuela trabaja en un juzgado y no sé qué se hace en un juzgado. Tengo ganas de llorar porque no quiero ir al jardín. Quiero ir a mi casa. Quedarme con mi abuela y la tía María. Quedarme jugando. Lo más lindo del jardín es tomar la leche. Lo más lindo de mi casa es jugar en el patio. Ahora tengo cuarenta y cuatro años y tengo ganas de llorar. Como estoy en un bar no lloro porque todos me van a mirar. Mi abuela no está. Tengo cinco años y no sé por qué no me trajo mi mamá. Por qué hay que ir al jardín. A mí me parece que la gente que está en el bar también tiene ganas de llorar. Están todos solos. A veces me da miedo que nadie me venga a buscar. Cuando sea más grande no me voy a perder nunca. La tía María tiene la mano más chica que mi abuela. Mis manos son chicas. Una vez me dijeron que cuando hablo parece que en cualquier momento me voy a largar a llorar. La verdad es que no lloro para que mi abuela no se ponga mal. Para que la gente del bar no me mire.

Ganadores Concurso Aniversario Microrrelatos Crónicas de viajes

Queremos agradecer a todos los que se sumaron a nuestra propuesta: Microrrelatos Crónicas de viajes. Nos alegra mucho la repercusión obtenida con relatos que llegaron desde distintas partes del mundo y los mensajitos que nos mandaron con tanto afecto. Gracias por las ganas y la alegría que nos han sabido transmitir a través de sus palabras! Es un placer darnos este recreo para escribir, leer y divertirnos juntos. Los invitamos a leerlos todos en la página web!

Como suele pasar nos resultó difícil seleccionar a los finalistas ganadores, disfrutamos descubriendo el estilo de cada uno. Así que decidimos agregar algunas menciones especiales a tres escritores.

Finalistas (por orden alfabético):

Germán Cáceres, Ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Silvia Alejandra Fernández, Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Zulma López Arranz, Ciudad de Buenos Aires, Argentina.

Mención especial (por orden alfabético):

Mario Capasso, Villa Martelli, Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Rolando Martiñá, Ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Susana Szwarc, Ciudad de Buenos Aires, Argentina.

Nuestras felicitaciones y aplausos!!

Para los que gusten releer los microrrelatos ganadores, les recordamos que se encuentran publicados en los compilados que vinimos realizando durante estos días.

Ahora… a seguir trabajando por muchos años más!!

Microrrelatos Crónicas de viajes Séptima y última parte

Última recopilación de los microrrelatos que llegaron para participar en nuestro Concurso Aniversario 2018!

EL TORNEO DE TENIS

Nos habíamos levantado temprano esa mañana. El día anterior, mi hermano y yo lavamos el Peugeot 404 de papá en el que viajaríamos a una localidad cercana en donde mi hermano participaría en un torneo de tenis. Mi mamá se levantó enferma ese domingo, por lo cual no nos acompañaría. Mi papá entonces le prometió que mi hermano haría su mayor esfuerzo por ganar el torneo y traerle la copa a ella. Llevábamos recorrido medio camino cuando una camioneta Ford F100 nos pasó como un rayo y mi padre se extrañó que su amigo “El Roque”, no haya tocado la bocina para saludarlo. Extrañado y sorprendido por su actitud, mi padre emprendió una persecución (desoyendo nuestras protestas) a lo rodad movie, donde en esta ocasión nosotros éramos los perseguidores. Desvió por un polvoriento camino y allí lo seguimos por tres quilómetros más, hasta que se detuvo en una tranquera. Al comprobar mi padre que no era su amigo “el Roque” solo atinó a disculparse y volvió nuevamente a retomar nuestra hoja de ruta prevista. Llegamos una hora después que cerraron la inscripción, pero papá insistió en que nos quedásemos hasta el final del torneo. Mi hermano tuvo que tragarse la bronca, pero a la hora del almuerzo ya todo enojo pasó. Antes de regresar papá apareció con una copa FIFA de futbol, esas réplicas en plástico duro y color dorado que lo compró en una tienda. Esa copa aún permanece en casa como el mejor regalo de mi hermano hacia mi madre, y ese es aun nuestro secreto mejor guardado entre nosotros tres.

Gustavo Medina
Corrientes Capital, Argentina

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Postales de Villa Elisa, Entre Ríos

I
Habíamos alquilado una casita cerca de las famosas Termas frente a un campo verde e inmenso Al llegar vimos que por el frente pasaba una hermosa ciclovía. Mi marido sugirió ¿y si alquilamos unas bicis?
Con la idea rondando en mi cabeza fui a comprar al almacén que quedaba cerquita, a media cuadra. Era un almacén de campo donde se vendía de todo un poco, carne, frutas, alimentos. La atendía una señora gordita y muy simpática que me hizo algunas preguntas y por eso me animé y le pregunté: “¿Ud. no sabe dónde podría alquilar unas bicicletas?”
La mujer me miró inquisidora y me respondió: “¿cuántas necesita?”. A lo que le expliqué que dos, una para mí y otra para mi marido ya que queríamos recorrer la ciclovía y conocer así la ciudad.
Se dio vuelta y gritó: “Julián, vos tenés ahí tu bici?” Ya comprometida indagué:- ¿Cuánto nos costará alquilárselas por una hora?.
Y entonces me miró extrañada y me dijo: “ah no!¡se las prestamos!” Yo entonces le señalé: ¡como me las va a prestar si no me conoce! A lo que casi enojada me contestó: “pero ¡cómo no se las voy a prestar!”

II
Esa tarde recorrimos la ciudad y su hermosa iglesia y nos perdimos por sus callecitas. Cansados, entramos a un negocio a curiosear . Estaba mirando unas prendas que me gustaban mucho y se me ocurrió que estaría bueno comprar una pizza para comer esa noche. Entonces me dirigí a la dueña del negocio y le pregunté dónde podría comprarla y si en el pueblo había delibery. La mujer tomó el teléfono , marcó un número y me dijo:” de qué la quiere? Con morrones? Con jamón?” Ante mi respuesta y mi asombro agregó : “donde le digo que la manden?”

Viajera
San Justo, Gran Buenos Aires, Argentina

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Hasta el fin del mundo

Esa mañana subimos al avión, hacía calor, sin embargo yo calzaba unos borsegos marrones de gamuza y unos jeans; ella llevaba también jeans. La gente la miraba con su sapo de peluche, y yo la amaba segundo a segundo.
Esa mañana emprendimos la aventura más descabellada de nuestra vida.
9 horas de viaje después llegamos a destino. Ella me llenaba de preguntas, preguntas que yo no podía responder.
En la sala de espera del aeropuerto de aquella ciudad desconocida él buscaba ansioso nuestros rostros. El paso del tiempo nos hizo envejecer y nuestros rostros se habían modificado.
Cuando nos reconoció se acercó y nos abrazó, hacia 7 años que nuestras almas no se conectaban pero ese momento fue único.
Antes de salir del aeropuerto nos abrigamos, hacía mucho frío. Subimos al taxi y en unos minutos llegamos a su casa.
Él preparo unos mates dulces y comenzamos a charlar, sobraban anécdotas e historias.
Fueron muchos días en ese lugar donde todo era gris, la tierra y hasta el mismo cielo. En algunos momentos la rutina se adueñaba de nosotros y en otros dejaba de existir.
La falta de experiencia me llevó a cometer un grave error y la convivencia se volvió insostenible, así que el 1 de enero ella y yo fuimos a dormir a un hotel.
El miedo se apoderaba de mí. Estábamos en una ciudad desconocida donde no teníamos parientes ni amigos, y lo peor de todo es que teníamos un vuelo programado y solo teníamos que esperar. Esos días fuimos como fugitivos.
La mañana del 4 de enero despegamos de aquella ciudad austral.
En el avión ella sonreía porque volvíamos a casa, y yo sentía como un nudo me oprimia el corazón y rompí en llantos.
La azafata me preguntó qué me pasaba y yo respondí:
– No quiero irme de este lugar, pero sé que unos meses volveré.
– Después de que despegue el avión anda para atrás, te tomas unos tragos y me contas que te pasó- dijo la azafata.
Lo cierto es que me quede en mi asiento todo el vuelo hasta el aeropuerto donde hacia mi próxima conexión con otro avión para llegar a mi ciudad de partida.
Jamás volví a esa ciudad austral y mi familia jamás se enteró cual fue el verdadero motivo por el que viaje y permanecí 19 días en “el fin del mundo”.

Eliana Gisg
Garupá, Misiones, Argentina

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Será porque no tenemos perro en casa que cuando nos fuimos de vacaciones a Merlo, San Luis disfrutamos mucho de dos que andaban sueltos por el predio. Una hembra más grande y un macho más joven a quien apodamos el “Lanudo” por sus pelos largos y grisáceos. Dos tiernos atorrantes que sabían bien cómo comprarse a los turistas que pasaban sus días de verano en las cabañas. Venían con nosotros a la pileta, se tiraban a tomar sol y por supuesto, no se perdían ningún asado al lado de la parrilla como buenos guardianes. Un día salimos a caminar con el objetivo de subir hasta la cascada que quedaba bastante lejos y el sol estaba fuerte, pero Lanudo se vino con nosotros, por más que tratamos de espantarlo y decirle que se quede nos siguió todo el trayecto como un amigo fiel. Al regresar, se tiró de una en el agua como aliviado para refrescarse. ¡Por fin llegamos! «Todo lo que me hicieron caminar estos humanos locos», habrá pensado. A partir de esa experiencia cada vez que nos venía salir de la casa se tiraba al piso y se hacía el dormido, pero fue tan graciosa su actitud que hasta hoy me pregunto qué será de su vida.

Miguel Salas
Madrid, España

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BREVE RELATO DE UN LARGO VIAJE

¿Quién podría saber cuáles eran los sentimientos de Carmen mientras preparaba las escasas pertenencias que elegía para llevar? ¿Cuáles eran sus pensamientos mientras juntaba algo de ropa, unos juguetes para los niños…alguna foto, quizás?
El llanto de Pedro (mi padre) de tan sólo 8 meses interrumpía el alboroto que armaban los otros hijos ante el inminente viaje.
Languidecía el año 1912 cuando mis abuelos dejaron España buscando un mejor futuro para su familia.
Trato de armar un rompecabezas con las pocas piezas que tengo entre mis manos, recreando las que faltan en un intento de encontrar un sentido, pero muchas preguntas quedaron sin respuestas.
Cuando pienso en mis abuelos viene a mi memoria una pequeña foto, ambos vestidos con las que, (supongo) eran sus mejores ropas. Entre ellos se dejaba ver una mesita con un mantel tejido a crochet con un jarrón de rosas.
Nunca los ví en persona.
Quiero pensar que fue mi padre quien tomó esa fotografía. Era un aficionado, pero más tarde ese arte se convertiría en un oficio apasionado.
Viajero errante, recorría los pueblos del interior con su “chatita” (Así llamaba a una vieja camioneta que le pertenecía), metiendo su cabeza dentro de esa caja oscura, para plasmar momentos fugaces que él eternizaba. Así llegó al Chaco. Ahí nací yo.
En nuestra humilde casa no faltaba el “cuarto oscuro”, sin ventanas. Me maravillaba ver cómo esos papeles colgados de una cuerda con broches, como si fueran ropas, se convertían en imágenes. ¡La magia del revelado! ¿Ojalá a mí me resultara tan fácil obtener “revelaciones”!
Mi infancia terminó cuando tenía 11 años y el corazón de mi padre se cansó de latir. Él nunca volvió a su tierra. Me dejó, junto con una nacionalidad española, una mirada que me dijo, más que mil palabras, que confiaba en mí. También me dejó un vacío enorme.
Muchos años pasaron hasta que pude realizar el viaje a la tierra donde mi padre había nacido: Segovia. Simplemente maravillosa.
Me asombré ante el pequeño pueblo quedado en el tiempo con su gigantesco e impresionante acueducto hecho por los romanos en el siglo II de nuestra era. Al pararme debajo de sus arcos me emocioné al pensar que ellos contemplaron ese paisaje y pasaron por allí.
Luego recorrí las callecitas angostas de la ciudad vieja, hechas para el paso de carruajes. Visité el Alcázar, la Catedral…todo me conmovíó profundamente: su gente, su música, su cultura… ¡Recuperé una pieza más de mi rompecabezas!
Como la vida siempre nos sorprende, una de mis hijas eligió España como su lugar. Allí vive con el hombre que ama y con sus hijos.
Hace más de 10 años cruzo el océano para abrazarlos. Extraños designios del destino? Tierra de mis abuelos y de mis nietos.
Cierro los ojos e imagino a mi abuela haciéndole un pícaro guiño a esa otra abuela, que soy yo.
Mi nieta está preparando, con su mamá, el viaje de vacaciones de la familia por Europa. En una videollamada me muestran un cuaderno con mapas y puntos de interés de todos los sitios que quieren visitar. El cuaderno está primorosamente atado con un lazo color rosa. Viajes y fotografía anudados. Entonces se me ocurre pensar en la vida como un juego de postas. Ahora soy yo la que le hace un guiño de agradecimiento a la vida.
Este relato de un viaje terminó siendo el de un viaje, pero al interior de mi alma.

Zulma López Arranz
Ciudad de Buenos Aires, Argentina

Microrrelatos Crónicas de viajes Sexta parte

Compartimos una nueva tanda de Microrrelatos que llegaron a la Convocatoria Aniversario de Viví Libros 2018!

El día que pisé el suelo cuyo pueblo originario fueron los Mayas, descubrí que México es mágico…
Podemos encontrar en la concepción artística, matemática y cosmogónica del lugar, una suma de valores que son independientes del tiempo y que a su vez pueden ser encontrados aquí y ahora dentro del hombre mismo. Esto abarca el conocimiento y destino del ser humano, de sus íntimos porqués como individuos y como especies.
Como expresión de este lenguaje vertical universal, se alza en medio CHICHEN-ITZÁ la llamada pirámide de Kukulkan, cuyo nombre significa serpiente emplumada o pájaro serpiente, que no es otro que el QUETZACOATL entre los aztecas. Tiene 576 metros cuadrados y 24 metro de altura. Posee cuatro laterales y en cada cara presenta una escalinata que consta de 91 escalones que agregados a un escalón que se encuentra en la parte superior suman 365 ó sea, los 365 días del año.
Me encontré que a medida que subía a la cima de ese precioso y ancestral monumento, sentía que el aire se enrarecía y comencé a tener experiencias muy extrañas, como si una especie de neblina me envolviera y una sensación de vértigo, como cuando uno va en esos ascensores súper sónicos que suben tan rápido, que parecieran que el cuerpo se disociara y una parte sube estrepitosamente y la otra queda abajo como si ya no nos perteneciera mas. casi una teletransportación… Me sentí muy confundida y casi a punto de desmayarme y perder el conocimiento. Fue un flash tan rápido e inexplicable que parecía una especie de deja-vú…
¿Qué fue lo ocurrido? no me dejaba duda alguna que tal vez en otra vida haya estado en ese mismo lugar. La divina presencia que está encerrada dentro de cada uno de nosotros, dormida, pero que puede ser despertada por un verdadero trabajo de iniciación. Los antiguos habitantes de las tierras de América, nos dieron un legado invalorable: enseñanzas cósmicas y transcendentes que palpitan en todo el universo. Y nuestra misión es tratar de develarlas para acceder a nuestra propia evolución como transeúntes de este sistema planetario.

Norma Isabella Bruno
Corrientes Capital, Argentina

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VISUALIZAR

El avión había despegado hacía dos horas de Buenos Aires y yo ya estaba podrido de ver la pantalla que tenía frente al respaldo del asiento delantero.
Y me puse a pensar en mi vida, porque también estaba aburrido de ella. Y traté de visualizar –como opinan en el Yoga, aunque yo jamás había practicado esta disciplina– una existencia distinta.
Me concentré en mis amigos para ver si podía tomar algún ejemplo. Pero sus vidas no ofrecían nada original, eran tan patéticamente insípidas como la mía.
Entonces, por el momento, razoné con amargura que no tenía ningún futuro que visualizar.
Observé nuevamente la pantalla y su reloj marcaba dos horas menos que cuando partimos del aeropuerto. ¿Qué estaba ocurriendo? Se me dio por suponer que se trataba de una disrupción del tiempo. O tal vez, con mayor precisión, en un salto temporal hacia el pasado.
Aunque no conocía a ningún pasajero porque viajaba solo, comencé a notar que eran distintos a los que recordaba borrosamente. Sí, exhibían rasgos más toscos.
De pronto, no estaban vestidos y un desmesurado pelaje cubría sus cuerpos.
Y ahora no permanecía en un avión sino que me escondía en una cueva subterránea. Yo también me hallaba cubierto de pelos y blandía como los demás pasajeros un garrote en la mano. Evidentemente pronto se produciría un enfrentamiento con una horda enemiga.
Además, estaba olvidándome de quién era yo, de todo mi pasado.
El avión aterrizó de emergencia en el aeropuerto de San Pablo. Un pasajero había sufrido un ACV.

Germán Cáceres
Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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Por qué no me bajé en estación Botafogo

No me bajé por ese temita del botón del jean. Sucede que me ajustaba entonces me hizo un huequito debajo del pupo. Y por hurgarme el ombligo es que me pasé de estación y se subió él.
Tic tac tic tac. Se parece a Panzu. Tic tac tic tac. La siguiente estación es en un barrio re feo (novoyadecirfavelaporquequedamal)
TIc tac tic tac. Hicimos contacto visual y se me sentó al lado.
O sea. Hay una en mil posibilidades de conseguir lugar para ir sentado en el metro y se acaban de dar dos: que yo me siente y que él lo haga.
Y ahí pienso, si no se hubiese dado la primera (que yo pudiera sentarme y de esa manera molestarme el botón del jean, hurgarme, pasarme, ver al clon de Panzu) yo no hubiese sido testigo de la segunda.
Creo que a esto debo contárselo pero lo medito y empiezo a fantasear con él. Le miro la pelusa del cuello, bajo por el hombro, usa camisa de rayas finitas, bajo por el brazo (debe tener un pez koi tatuado. ESE BRAZO ESCONDE UN PEZ KOI TATUADO, APUESTO MI SUELDO QUE ASÍ ES) continuo y veo que en la mano tiene ese aparatejo que es para hacer gimnasia de manos. Aprieta suelta, aprieta, suelta. Cambia de mano, aprieta, suelta, aprieta suelta y se mira el músculo y se lo toca y no sólo lo mira y se lo toca si no que me mira a mí y ahí en ese exacto momento me paro y me bajo en el morro. Cualquier cosa antes que un hombre que hace gimnasia de manos.

María Mercado
Paraná, Entre Ríos, Argentina

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Velatorio

Épocas de remisero, 24 de diciembre del 2000, estaba trabajando en la agencia de remis «Stylo», de Mitre al 1800 en Castelar y cerca de las 10:00 horas me sale un viaje a Olivos.
Desde Quintana al 700 de Castelar hasta una casa velatoria en la localidad de San Isidro, la misma se encontraba sobre la calle Libertador, y teníamos que llegar a las 11:00, horario en que el cortejo fúnebre salía para el cementerio.
A pesar que la avenida Gral Paz estaba muy cargada de tránsito, llegamos a las 10:55, momento en que un cortejo se retiraba de la casa velatoria. El muchacho me dice:- Justo, llegamos justo.Sigámoslo que van al cementerio de Olivos. Dejamos que el cortejo avanzara y nos colocamos en el medio del pelotón del resto de autos particulares que acompañaban al difunto.
Tomamos varias calles hasta llegar a Panamericana y recorrimos un buen trecho de unos 10 minutos hasta doblar por la calle Dehesa que desembocaba a la entrada del cementerio.
Llegamos, estacionamos el auto y descendimos para acompañar a los familiares del muerto, yo fui a pedido expreso de mi cliente que me dijo:-No me acompañas, que de todos los que vi no conozco a nadie. Lo acompañé, recorrimos varios metros detrás del cajón caminando entre mucha gente, yo seguía los pasos de mi ocasional pasajero que en un momento se detiene, me mira y me dice:-No es este el muerto que tengo que despedir, no hay ningún conocido, ni ningún familiar. Nos dimos media vuelta lo mas discretamente posible y volvimos a la casa fúnebre donde todavía nos estaba esperando el original.

Carlos Aroldo Pereyra
Morón, Gran Buenos Aires, Argentina

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Confesiones en la lluvia

Cuando salimos todavía había sol pero el cielo gris que se veía en algunos sectores, presagiaba tormenta.
No obstante, dejamos el auto y aprovechamos a caminar por el centro de Comodoro Rivadavia rumbo a un lugar recomendado para cenar.
Veíamos gente en remera, otros con alguna campera liviana y otros más precavidos con ropa de lluvia. Ya habíamos hecho cinco cuadras pero no volvimos, el cielo cada vez más cargado. Pensamos que podría ser una nube pasajera o que el viento característico de la zona iba a limpiarlo hasta ver las estrellas de noche.
El restaurante era un clásico de más de veinticinco años, atención cordial y carta extensa. Claudia tomó el pedido y mientras esperábamos comenzó a llover. Cada vez más fuerte. La gente de la calle se guarecía en el hall y los que habían terminado no querían salir esperando que la lluvia cesara.
Mientras tanto nosotros comentábamos las notas salientes del viaje que hasta acá estábamos haciendo, recordando lugares, disfrutando las anécdotas cuando, sin aviso previo, empezamos a ver un revuelo importante en la cocina: el agua estaba saliendo desde las rejillas invadiendo el salón comedor. En pocos minutos el agua cubrió todo el piso del local.
En la calle la situación era aún más preocupante. La vereda ya no se veía y un agua de color marrón corría a gran velocidad por la calle. El dueño del local reconoció no haber vivido nunca antes una situación así. Estábamos siendo testigos de un alud.
A esa altura, ya nadie quedaba sentado en sus sillas y la pregunta inquietante del momento era cómo volvíamos al hotel. Ahí aparece nuevamente Claudia que al ver nuestras caras de preocupación nos ofrece llevarnos, a lo cual accedimos rápidamente.
Mientras nos llevaba y después de los consabidos agradecimientos le preguntamos qué era de su vida ahí y nos cuenta en cinco minutos la historia de su vida reciente. Estaba trabajando ahí hacía unos meses por la ayuda de su cuñado si bien su intención hubiera sido cortar lazos con toda su vida previa. Su amor de cuatro años de casada y una nena ahora a su cargo, la había dejado por otra mujer. Su dolor y su necesidad de hablar eran tan intensos que no sabíamos cómo consolarla. Sus recuerdos aparecían en tiempo presente y su vida estaba anclada en el pasado como tratando de recuperar pequeños momentos, trozos de aquellos días, angustias vividas y promesas incumplidas.
De pronto, llegamos a nuestro destino. La saludamos con mucho agradecimiento y afecto y ella se despidió diciendo “pero yo lo perdono y lo sigo esperando.”

Jorge Malinverni
Florida, Buenos Aires, Argentina

Microrrelatos Crónicas de viajes Quinta parte

Compartimos una nueva tanda de Microrrelatos que llegaron a la Convocatoria Aniversario de Viví Libros 2018! Recuerden que hay tiempo hasta el viernes 10 de agosto para presentar.

Llegar al lugar equivocado

En diciembre de 2015 realizamos un viaje familiar, en el que pisaríamos Europa por primera vez, nuestros destinos eran varias ciudades de Italia, pasando unos días también en el sur de Francia, la bella Costa Azul.
El viaje hasta Fiumicino, el aeropuerto de Roma, migraciones y equipajes lo pasamos de 10 puntos, y encima teníamos ya reservada una combi para que nos llevara a los 8, con 8 valijas y 8 bolsos, a nuestro hospedaje, en pleno centro de Roma, a 1 cuadra de la Piazza del Popolo, Vía Flaminia 16.
El chofer nos esperó con el cartelito, nos acomodamos y empezamos a recorrer la Ciudad Eterna sin preocupaciones.
Luego de media hora, nos indicó que allí estábamos, nos mostraba la puerta de nuestro destino, aunque no veíamos la Piazza, no dudamos de este romano, bajamos, pagamos y se fue.
Empezamos a preocuparnos cuando nadie contestaba el portero eléctrico, más aun cuando un hombre, aparentemente propietario de algún departamento del mismo edificio, nos quería hacer entender que no era posible que nos hubieran alquilado allí a 8 personas.
El error saltó a la vista cuando le mostramos nuestros papeles de reserva, estábamos en Flaminia 16, no Vía Flaminia, y no era nada cerca una de otra.
Un comerciante, al que el vecino le explicó nuestro percance, prestó su teléfono, para hablar con el propietario que nos había alquilado, quien ya estaba mal por la espera.
Fue el mismo comerciante quien le decía al propietario, que a la gente que esperaba en Piazza del Popolo, los habían dejado en otro lado.
Claro, el propietario no lo podía entender, y le dijo:” ¿cómo sabe usted eso?”
El comerciante señalándonos, como si por el teléfono nos pudiera mostrar, 8 personas, 8 valijas, 8 bolsos, le dijo: “porque los tengo acá”…
La suerte de nuestro lado por dar con estas personas que nos sacaron del apuro, y que el propietario llamó al chofer de la combi, y lo mandó a compensar su error, buscarnos, y con casi 2 horas de atraso, al fin, poder comenzar nuestras hermosas e inolvidables vacaciones familiares en Italia y Francia.

Oscar Scirocco
Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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Una cabaña cerca del lago

El serpenteante camino entre los árboles era difícil de transitar. Una vez que dejamos la ruta 40, abandonamos la seguridad de lo conocido. Caminos sinuosos entre montañas nevadas eran nuestra compañía. Era lo que habíamos estado buscando para nuestras vacaciones. Una cabaña apartada del mundo, muy cerca de un lago y rodeada de bosques.
— ¿Estás segura que no nos equivocamos de camino? ¡No sé porqué elegimos este lugar!— dijo mi esposo Ricardo, con voz de yamecansédemanejar.
En realidad era bastante fácil perderse en medio de tantos árboles añosos y pequeñas calles que muchas veces terminaban en una vía cerrada. No había señal de internet ni de celular. «Deben ser las montañas», pensé.
— El plano que vino en el mail era claro, ruta 40, km 324, doblar a la derecha al llegar a la calle Del maitén y luego seguir hacia el sur, bordeando el lago— dije, mientras seguía con el dedo, el plano que habíamos traído de guía.
Creo que debemos de haber pasado por donde estaba un enorme nogal caído, al menos ocho veces. En algún lugar errábamos la ruta y volvíamos a donde ya habíamos estado.
— Bueno, el mail que recibimos era una basura, ¿Te olvidás que nos pasaron las tarifas de la temporada anterior y que te llamaron señora Rita en lugar de Alejandra?— dijo Ricardo.
—Debimos volver a buscar el GPS. No nos habríamos perdido con él— señalé nerviosa.
Los pocos carteles señalizadores del lugar eran de madera oscurecidos por el tiempo y el liquen del bosque los cubría casi por completo. Muchos estaban fuera de lugar, girados quizás por el viento y señalaban para el lado incorrecto.
El bosque se cerraba a nuestro alrededor y los extraños sonidos que oíamos nos estaban asustando.
Manejábamos en silencio; no queríamos reconocer que no sabíamos dónde estábamos.
—Ya no quiero quedarme acá, en medio de la nada. Este lugar me da miedo—dije.
— A mí también y he aprendido a hacerle caso a tus corazonadas ¿Volvemos a la ciudad que pasamos de largo hace unas horas?—preguntó mi marido.
Suspiramos aliviados al dar la vuelta. Ninguno de los dos vimos una silueta sombría parada delante de un complejo de cabañas. Tampoco vimos que la figura oscura llevaba un hacha ensangrentada en la mano.

Silvia Alejandra Fernandez
Mar del Plata, Argentina

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Un 15 de diciembre

Corría el día 15 de diciembre de 2015 y yo no podía estar más feliz.
Habíamos aterrizado en Roma, mas particularmente en el aeropuerto Fiumicino a eso de las 17 hs, estaba muy oscuro, así que aprendimos rápidamente lo que era Italia en invierno, había comenzado una aventura.
Un señor muy elegante, con un saco y unos zapatos de mucho nivel, tenía un cartel en la mano con nuestros apellidos para llevarnos a la casa donde nos hospedaríamos, ¿Armani? Dijo una voz, “parece el Armani de los remises” dijo otra, suspiré, me reí, y acto seguido procedí a hablarle para informarle que éramos nosotros a quienes estaba esperando, por supuesto, en un italiano hablado a la perfección, o eso creía yo…
Muchos querían antes de irnos del aeropuerto sacar alguna foto para compartir rápidamente a sus redes sociales, pero el WiFi no funcionaba, y nuestros teléfonos no tenían ningún tipo de señal alguna, parecíamos desconectados.
Luego de hora y media de viajar, pucha que si era lejos el aeropuerto de la ciudad, llegamos a un edificio que parecía antiguo y un montón de timbres nos separaban de encontrar a quien nos iba a alquilar el departamento para hospedarnos; ¿es acá? Dijo mi madre, el chofer la miraba pero no entendía, solo dijo “sono qui, via flaminia”, y afirmé con la cabeza. El chofer partió, sin ni siquiera dirigirnos la mirada, y nosotros no teníamos ningún piso al cual tocar timbre, ni ninguna forma de comunicarnos con el dueño.
A los 5 minutos, y mirando extrañamente todas nuestras valijas en el medio de la calle, pasa un señor mayor que me pregunta que es lo que estábamos esperando, a lo que riéndome le respondí que un milagro nos vendría bien.
Me encantaría ayudarlos pero no utilizo teléfono celular, me informó.
Le pregunté, por supuesto en mi notable italiano, si podía confirmarme estar en la dirección correcta, y mostrándole el papel con la dirección se le cambió la cara instantáneamente;
¡LOS DEJARON EN CUALQUIER LADO! Gritó riéndose el señor, que de a poco se volvía malvado en mi película, ustedes están en Via Pinturicci y tienen que ir a Via Flaminia! ¡Son como 30 cuadras de aquí!
Desesperado, sin forma de comunicarnos, entré al único local abierto de la cuadra, y entre risas irónicas, nervios, y ansiedad, les informé a los dueños sobre nuestra situación y les pedí si podían prestarme el teléfono para llamar, se rieron, me dijeron que me tranquilice, y llamaron para que nos vuelvan a pasar a buscar y nos lleven a la dirección correcta.
Les juro que cuando el chofer volvió, ya no era mas Armani, ni siquiera era Giorgio, simplemente era nuestra pesadilla, nuestra anécdota, nuestro cuento.
El 15 de diciembre de 2015 yo no podía ser más feliz, definitivamente había comenzado una aventura.

Julián Tarela
Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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Amanece el espíritu

La consigna era llegar a orillas del Ganges a la madrugada, para ver el amanecer y presenciar una ceremonia aarti en uno de los tantos gahts. Caminamos unas pocas cuadras viendo la peor expresión de la rara dicotomía entre la miseria humana y la fe. Nos codeamos con devotos tomando un baño purificador en las aguas sagradas. Subimos a una precaria barca conducida por un hombrecito de dudosa edad (no era viejo pero parecía que la vida le había cobrado varias cuentas) que nos llevó sin prisa y sin pausa por el recorrido más enriquecedor que vivimos hasta ahora. Imágenes increíbles pasaban frente a nuestros ojos emulando una película, muy pintoresca, desgarradora por momentos, inolvidable! Ofrendas a madre Gangha mediante, oramos al Dios que cada uno de los que íbamos en la barca venerábamos y agradecimos a la vida que nos puso en ese lugar y en ese momento con nuestras debilidades y fortalezas… Casi como broche de oro el sol comenzó a asomar entre vuelo de pájaros, olor a sándalo e increíbles colores bañando nuestras almas… Me pregunté cómo, por qué y cuándo llegué a ese lugar y las lágrimas de infinita felicidad rodaron por mis mejillas… Ahí, como en ningún lugar me había pasado antes, amaneció mí espíritu …En el aire, todas las almas que allí se elevaron nos abrazaron tiernamente. No olvidaremos la experiencia, solo hay que vivirla, no tratar de explicar ni entender, solo dejarse llevar por ella.

Sandra Soto Troia
Corrientes Capital, Argentina

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Rumbo a Río de Janeiro

Después de pasar un año con muchas emociones fuertes, reconocí que necesitaba realizar un viaje para descansar, elegí ir a Río de Janeiro.
Era la primera vez que viajaba en avión. Decidí no tener expectativas previas, sino disfrutar de todo lo que se me fuera presentando. Eso sí, sabía que no quería salidas nocturnas, tomar alcohol o buscar novio. Por esa razón, llevé muy poca ropa, una capelina azul, unas ojotas playeras y las sandalias que tenía puestas. Para qué más.
Pedí que me ubicaran junto a una ventanilla, ya quería experimentar qué sentiría al contemplar el cielo, las estrellas y los sonidos del silencio, y tuve ventanilla.
Las palabras desaparecieron, sólo tuve emociones y recuerdos de mi niñez, cuando cada vez que veía pasar un avión decía que un día yo viajaría en uno de ellos.
El segundo día en Río me sumé a parte del contingente que viajó conmigo, fuimos a almorzar a un lugar cercano al hotel. Nos fuimos sentando como íbamos llegando, sin intención alguna.
Frente a mí, quedó ubicado un hombre con unos ojos claros que me empezaron a seguir a todas partes, al punto de sentirme vigilada. En las excursiones de los días posteriores, busqué esos ojos, y deseé observarlos por largo tiempo.
Un mediodía, viajando en barco, el dueño de esos ojos claros me robó un beso, sí, literalmente, como en las películas y todos los prejuicios con los viajé cayeron al mar. Amor en Río.

María Victoria Eraso
Ciudad de Rosario, Santa Fe, Argentina

Microrrelatos Crónicas de viajes Cuarta parte

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Era Verdad: Todos los caminos conducen a Roma

Hace 3 años y medio cumplimos uno de los sueños de mi padre, viajar juntos casi toda la familia a Italia y llegar a visitar la Comuna de San Buono, en la Región de los Abruzo.
Entre los preparativos más importantes estaba de qué manera recorreríamos nuestros puntos de interés, ya que al ser 8 viajeros y un solo conductor habilitado con registro internacional, alquilar una Van era más económico que andar en trenes o buses.
Así, nuestra primera escala en Italia fue Roma, y tras 5 días allí, que incluyó la hermosa experiencia de pasar Nochebuena y Navidad, retiramos nuestra Van Mercedes Benz a la que bautizamos rápidamente “La Mechi”, para ponernos en camino a San Buono, previa escala en Chieti.
Parecía fácil, 250 kilómetros a recorrer todo por autopistas, pero, había que salir del laberinto que son las autopistas en Roma, con bajadas a diestra y siniestra.
Subíamos a la autopista, buscábamos alguna dirección hacia nuestro destino, girábamos a la derecha, bajada…directo al Coliseo nuevamente.
Buscábamos de subir nuevamente, andábamos 5 minutos, pensábamos que esa era nuestra bifurcación, bajada…directo al Coliseo.
Así estuvimos una hora, en la que enloquecíamos poco a poco, suerte que al ser Navidad había poco tránsito.
Hasta que paramos a preguntar en nuestro italiano básico de 5 días de aprendido, a una pareja que estaba estacionada con su moto.
Nuestra copilota con señas y mapas en mano explicó a donde queríamos llegar, a Chieti, salir de Roma hacia el este.
Tras intentar explicar la mejor manera para no volver a las calles de Roma, y dando muestras de gran solidaridad, cordialidad y amabilidad, se calzaron los cascos, arrancaron la moto, y nos hicieron señas, que los siguiéramos, ellos nos guiarían delante nuestro hasta que dejarnos en el ramal de autopista, la Súper Strada, que nos llevaría a destino.
Tras 5 minutos y varios kilómetros de seguirlos, nos hicieron la esperada seña, “sigan por allí, derecho, feliz viaje”.
Una muestra de cómo son los italianos, siempre muy amables, y aunque en nuestra recorrida de 18 días nos perdimos en varias oportunidades, jamás olvidamos a esta pareja que nos ayudó de una manera tan especial en nuestro primer día al volante de La Mechi.

Oscar Scirocco
Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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Crónicas de un viaje mufado por el Nahuelito

Una mañana a finales de diciembre, emprendimos un viaje maravilloso para conocer nuestra Patagonia. Todo iba marchando mejor de lo que soñábamos hasta que tuvimos un mal presagio, en el lago Nahuel Huapi, vimos al legendario Nahuelito. Pasado los días llegamos a un mágico lugar llamado Los Altares, donde nuestra queridísima tía, papel creppe, decidió pasar el día de su cuartagecimo quinto aniversario con una cabalgata. Fue ese día que sucedió una de las mayores tragedias de nuestro viaje, el caballo llamado Rebeldon, que nos transportaba a mí y a mi hermana, tuvo un ataque de calor y se sumergió en las profundas aguas del rio Chubut, dejándonos a la suerte de su correntada. Lo que nos salvo del naufragio fue el milagroso palo de selfie de mi hermana con el cual remamos hasta la orilla. Entre lágrimas y pánico logramos recomponernos de este suceso en el que perdimos todo, desde la dignidad, hasta las camperas. Conocimos los famosos altares, un lugar al que solo volveríamos para morir. El viaje continuo mejorando día a día, conocimos personas y lugares estupendos. A solo horas de llegar al destino final, Lapataia en Tierra del fuego surgió otra gran complicación: Chile… Cuando arribamos a la aduana del país vecino a mi queridísima hermana la rebotaron por ilegal, perdón, la rebotaron por tener el DNI vencido y la única opción era volver a la ciudad de Río Gallegos y tomar un avión hasta Ushuaia. Lo bueno del aeropuerto fue encontrarnos con Rodrigo Guirao Diaz y lo malo fue que nos atendió una chica, que al parecer era nueva, y tardo mil años en vendernos los pasajes, para todo esto mi tía nos estreso y nos seco el seso porque se había comido la película de búsqueda de implacable, no pudimos dejar de sacarle una foto… Ahora estamos esperando el avión felices las dos sin hablar con nadie ni mirar a nadie…
Esta historia continuará…

Missjuli
General Roca, Río Negro, Patagonia Argentina

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La lluvia

Llega el verano y uno piensa en el sol, el calor, la pileta y las vaciones, si esas breves semanas entre diciembre y los ultimos dias de febrero donde podes holgazanear tirado al sol haciendo nada o paseando por ahi. Pero lo que con mi familia esperamos son esas semanitas que salimos de vacaciones y nos vamos de campamento ¿Que tendra de especial se preguntaran? No mucho para algunos pero para nosotros es desconectar del mundo globalizado y conectarnos con la vida, la naturaleza y si divertirnos.
Lo malo de todo esto es cuando todos esos planes se te caen y llegas al lugar con toda la emocion, sacas las cosas del auto, armas la carpa, cardas las cañas y de repente aparece el enemigo mortal del rio, la lluvia y con eso la sudestada. Entonces te toca salir corriendo desarmar todo guardar a las apuradas e irte esperando que en un par de dias si es posible, y el clima acompaña, poder volver y disfrutar de lo que la maldita lluvia te privo la primera vez.

Pamela Medina
Quilmes, Buenos Aires

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PANTA RHEI Y LA REPETICIÓN

Si bien Heráclito dice que “todo fluye” y que “no nos bañamos dos veces en el mismo rio”, Lacan nos habla de la repetición y de un juego de apariencia. Pero debíamos bajar los ser metafísicos heideggerianos, donde la experiencia se graba para siempre en el Inconsciente.

Año 1965
Luego de visitar los hermosos paisajes de Mendoza: Fiesta de la Vendimia, Parque Independencia, Lujan de Cuyo, La Carrodilla, Puente del Inca y los Penitentes, el Borbollón, el Valle de Uco, el dique el Nihuil, decidimos (María Isabel y Enrique) pasar a Chile. Subimos con el Chevrolet hasta Uspallata, pero llegamos a las siete de la tarde y el paso estaba cerrado (1200 m). Debimos subir hasta los 3200 m por el Cristo Redentor (No existía el paso Libertadores a Chile). El auto se encajo en el Cristo Redentor, yo me apuné y a Enrique le dio por la hilaridad. (Angustia, adrenalina caía la noche). Desencajado el auto, bajamos a Las Cuevas (¡yo me abracé al gendarme del puesto!)Pero todavía debíamos bajar los quinientos sesenta y seis caracoles. Lo hicimos (más adrenalina) y llegamos a Villavicencio para pernoctar.

Año 2018
Cincuenta y tres años mas tarde, cumpliendo con mi asignatura pendiente: visitar Catamarca, única provincia de la Argentina que no conocía, Luego de visitar el dique El Jaumel, el cerro Ambato y su maravillosa” Estatua de la Mujer”, la Gruta de la Virgen del Valle y asistir a la Fiesta del Poncho, apalabré al remise para subir a la Cuesta del Portezuelo. Allí, a 1000 m de altura, se rompió (Contingencia? Determinismo? la correa del motor (¡pudimos habernos matado!. Renzo llamo a su hermano Ariel y con Ariel pude subir a la cima (1800 m) faltaba bajar los 366 caracoles y en la orilla había recordatorios de los que se habían desbarrancado. Pero… pudimos llegar a la ciudad sanos y salvos. ¿Actuó el Inconsciente? ¿Que hubo de apariencia y que de real?

Maria Isabel Urquiola
Ciudad de Buenos Aires, Argentina

Microrrelatos Crónicas de viajes Tercera parte

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LA PARTE BUENA DE LA HISTORIA

Era lunes. Lunes en Cayo Guillermo, Cuba.
Ya nos volvíamos
Habíamos llegado en taxi. En un taxi que manejaba Francis, un cubano amable y buena persona. Pero nos volvíamos en avión. Así aprovecharíamos ese último día en la Havanna.
El transfer nos alcanzó al aeropuerto. Hicimos el cheking, nos revisaron y nos derivaron a una sala de espera donde sólo había un bar que vendía café y algunas galletitas que se acabaron pronto .Pero no importaba porque la salida estaba programada para las 10.30 de la mañana y casi eran las nueve…
Las horas comenzaron a transcurrir y la pantalla nos dio su primer aviso: delayed…Cerca de las 12.30 nos acercamos a preguntar…el avión estaba en reparaciones en Olguín, todavía no podían asegurarnos que llegara…Todos comenzaron a ponerse nervioso. Una jovencita se puso a gritar, otra lloraba. Es que varios tenían conexión con otras aerolíneas y perdían sus vuelos.
A las quince nos dieron un sándwich y una gaseosa (estábamos hambrientos!) A las dieciséis nos subieron a un micro sin darnos mayores explicaciones.
Llegamos a la Havanna cerca de la una de la mañana.
Nosotros no pudimos entrar a nuestro alojamiento porque debido a la hora nunca nos abrieron la puerta.
Gracias a dios cerca había un hotel con una habitación libre. ¡Nos salió carísimo! Pero nuestro cansancio no daba para regateos…
Y ya era martes, por suerte volvíamos a nuestro país.
No fue mucho después que nos enteramos del avión que se estrelló y pudimos ver la parte buena de la historia.

Viajera
San Justo, Gran Buenos Aires, Argentina

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LOS ÁRBOLES

A los costados del camino, que sin decir agua va te lleva hacia el sur, los árboles no sólo mueren de pie, sino que tampoco se dedican a perder el tiempo haciendo aspavientos o morisquetas, nada que ver con lo que aseguran algunas leyendas, pues los árboles simplemente están ahí parados, y representan el papel de testigos impasibles de lo que podría haber sido una región mejor, dotada de mayores sentidos.
Pero al parecer la cosa no funcionó de la manera esperada.
Entonces los árboles, ya debidamente ataviados como tales, se dan el lujo de mirar pasar a los viajeros sin que se les mueva una sola hoja de las tantas que integran el follaje a su cargo, y si por una de esas casualidades alguna de las hojas se declara en rebeldía y debido a motivos por demás ventosos llega a moverse un poco para un lado o para el otro, el mismo camino se ocupa de encarrilar las cosas y vuelve a poner a la hoja en su lugar de toda la vida al aire libre pero no tanto, que en este caso puntual se trata del lugar desde donde se mira pasar el para nada beatífico desfile de los caminantes.
A esta altura de la evolución de la especie, los caminantes son tantos y tan variados que cuesta un Perú y la mitad de otro enfocar los detalles y las circunstancias de uno en especial. Pero la visión de conjunto, más allá de alguna que otra interferencia o excepción al margen de cualquier dislate, a fin de cuentas no resulta tan mala y ni siquiera merece un aplazo, pues les permite a los árboles sacar conclusiones generales, producir una cantidad indefinida de cierta savia de bondad, y sobre todo les permite no hacer leña del caminante caído, algo que hoy en día es considerado por los propios transeúntes como parte de un mérito por demás considerable, aunque muchas veces esta acción se pierda en el bosque de las indiferencias y pase desapercibida.

Mario Capasso
Villa Martelli, Gran Buenos Aires, Argentina

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LA MAGIA DE VENECIA

Mi marido y yo conocimos Venecia en octubre de 2011. Si magia es lo que nos emociona, aquello que despierta nuestra fascinación, que nos envuelve en un manto de asombro y nos hace suspirar, Venecia es mágica. Nuestro recorrido comenzó en las aguas del Gran Canal, navegando por ellas en el vaporeto, en una mañana soleada del otoño europeo. Mirando hacia ambos lados, vemos los edificios medievales, algunos pintados en tonos pasteles, mientras algunas góndolas acompañan nuestra travesía. Tenemos la ilusión de encontrarnos en un lugar detenido en el tiempo, y la sensación de estar dentro mismo de una postal, o en un sueño del que no queremos despertar. La magia reaparece en la Plaza de San Marcos, con sus típicas confiterías donde las orquestas en vivo ofrecen tradicionales temas melódicos, que las palomas acompañan con su revolotear. Desde la misma, podemos ver el Palacio Ducal. Este edificio en que se distinguen tres alas, alberga gran cantidad de obras de arte. En él funcionaban la casa privada del Duque, era sede de gobierno y palacio de Justicia. Luego visitamos sus salas, oficinas, y los calabozos, desde donde los condenados a muerte eran llevados atravesando el “puente de los suspiros”, desde el cual verían por última vez el Adriático. Siguiendo con nuestro paseo, vemos el otro puente, el Rialto. Construido originalmente en madera, destruido varias veces, y finalmente inaugurado en 1592 siguiendo un proyecto de Andrea Da Ponte, quien propuso una arcada lo suficiente-mente alta para que pudiera cruzar por debajo de ella una góndola sin mástil. Muchas historias de amor y muerte se tejieron en su entorno. Las callecitas serpenteantes, sus negocios de antigüedades y libros, y las tiendas de máscaras, que con sus brillos, colores y formas, parecen mirarnos desde sus vidrieras, e invitarnos a participar de su mundo enigmático. Con sus puentes, sus teatros, sus trattorías, a la caída del sol en el atardecer, con sus museos e Iglesias, nos conmueve, ilusiona y rejuvenece. Por todo esto, Venecia es mágica

Claudia Muente
Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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El sonido era tan imperceptible como constante… encendí la linterna y el interior de la carpa tomó la fantasmal forma de una iglesia abandonada; con el haz de luz intenté localizar el punto exacto de esa armónica vibración y ese acto curioso sin éxito me llevó a salir al espacio nocturno, donde comprobé que era una formidable caja de resonancia que invadía por completo mis sentidos… ese momento de soledad fue enmarcado por el paso de una estrella fugáz.

RODOLFO OLIVA
Merlo, Gran Buenos Aires, Argentina

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La partida

Que digan «despegó el avión», me hace pensar en esos chistes de fideos, y río. Digo en voz baja para que no escuche el vecino de asiento, Río de Janeiro. Río Bermejo, Río Tercero, Río Cuarto, el que ríe último, ríe mejor. Feliz en el ascenso, porque hay una especie de voluptuosidad única. El avión sigue subiendo, subiendo más… más.
No acaba de subir. Arde difuso. Río, turbio.

Susana Szwarc
Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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Aquellos números de la vida cotidiana se ven envueltos subrepticiamente en perspectivas subjetivas, pensó mientras las pantallas del avión se encendían.
Dentro de su bolsillo, un ticket contiene sus cifras de operación: 12261601. Muchas mujeres artistas inventan sus propios procedimientos -pensó- y así huyen de fantasmitas que, con fuerza, territorializan las ideas. 19 era la suma ante la causalidad de la escena, y también el famoso colectivo que reemplazó al 168 que pasaba frente a su departamento en la Capital de Buenos Aires.
Un atardecer busca volver los textos contra sí mismos.
¿Será el tiempo un viaje subjetivo?

LJT
Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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