E-mailiando con… Jorge Baños Orellana – Primera Parte

En esta oportunidad compartimos con ustedes el E-mailiando con… Jorge Baños Orellana, una entrevista vía e-mail que estuvo a cargo de Viviana Rosenzwit.

Este trabajo forma parte de E-mailiando con… , un e-book publicado en el año 2005, que ahora se ofrece abiertamente en nuestra web para todos los lectores.

Jorge Baños Orellana es psicoanalista, miembro de la école lacanienne de psychanalyse, autor de El idioma de los lacanianos y El escritorio de Lacan.

¿Se podría pensar que existe un estilo de escritura que engloba a los psicoanalistas, o el estilo es siempre singular de cada autor?

Su pregunta ubica muy precisamente el dilema de cómo definir un estilo, puesto que la definición del estilo debe ser confeccionada a la medida de lo que importa en cada circunstancia. Un estilo no es una esencia inmutable, sino un índice de comparación; de manera que siempre habrá como mínimo dos estilos. Los estilos son índices de diferencias o de identidades, por eso pensamos en lo que cada estilo tiene de único o de abarcativo. Según sea uno u otro el propósito, será la escala de nuestra aproximación a los textos: unas veces, la ocasión será para la macroscopía estilística; otras, para la microscopía. Paso a ejemplificarlo.

Uno podría buscar (y dejemos de lado si hacerlo tendría algún sentido) si acaso hay o no correlato estilístico, a nivel de los textos, de la separación existente entre el grupo de los analistas y el grupo de los cognitivistas. Para hacerlo deberíamos rastrear si hay preferencias lexicales, temáticas, retóricas y enunciativas en las que abunden más los analistas (no importa de qué escuela o sector), que los cognitivistas (no importa de qué escuela o sector). Y aquí sí tendría objeto pensar en un estilo de escritura que pueda englobarnos a todos los analistas.

En cambio, si se tratara de delimitar, desde los textos, diferencias internas del psicoanálisis, habría que ir a otros indicadores lexicales, temáticos, retóricos y enunciativos que ya no serían los de el estilo de todos los analistas, sino el de los estilos de tal y cual otro grupo. Por último, buscaríamos una estilística de huella digital si no se trata ya de nombrar el estilo de un grupo, sino el de uno de sus miembros.

Pero hay algo más importante que esta cuestión de saber emplear la escala adecuada de aplicación, una cosa cuya ausencia vuelve superfluo cualquier investigación estilística. Me refiero a la habilidad de escapar de la fascinación del lugar común. Quiero decir que carece de todo interés estudiar marcas estilísticas de identidad o de diferencia para confirmar identidades y diferencias archicomprobadas por otras vías. Un estudio de estilos, por sofisticado que sea, sólo justifica su publicación si viene a confirmar lo está todavía muy dudoso o a romper con lo esperado. De muy poco podría servir, por ejemplo, señalar que los textos de los lacanianos reproducen rasgos encontrados en Lacan. No es que eso no sea cierto, sólo que es demasiado evidente como para molestarnos en confirmarlo otra vez. Otra cosa, en cambio, sería mostrar cuáles son (si los hay) los rasgos de escritura de Lacan que nunca se reproducen en los lacanianos; cuáles, (si los hay) los que ellos invierten; cuáles, (si los hay) los que amplifican. Y después, en una nueva vuelta, señalar cómo (si acaso es así) no siempre lo idéntico es señal de fidelidad; ni la inversión, de traición; ni la amplificación, de religión.

Otro tanto le cabe a la apelación a los nudos, las superficies topológicas, los grafos, los matemas, etc. No se trata de invocarlos para decir de un modo más elegante más de lo mismo, sino de que su empleo abra los ojos a lo inédito, a lo que sólo a través suyo algo puede hacerse ver.

Muchos analistas gustan de escribir, ¿influye en el estilo literario la corriente que el autor sigue en su práctica clínica?

Sí, se dice que hay bastantes analistas que escriben, aunque sospecho que nos gusta pensar que esto ocurre en un grado bastante superior al de la realidad. De hecho, ignoramos cuantos analistas ejercen en nuestro país, apenas puede conocerse con exactitud el número de los que estamos inscriptos en instituciones analíticas, que entre todas reunidas no superaría el de tres mil miembros; lo cual corresponde lamentablemente a una pequeña fracción de la totalidad. Aunque no todos los psicólogos son psicoanalistas, ni tampoco todos los analistas psicólogos, quizás ayude tomar en cuenta el número de licenciados en psicología que, según un censo aproximativo hecho hace un par de años, alcanza a 38.000. Son muchos. Volvamos, entonces, a la cuestión: ¿del gran número de analistas argentinos, cuántos escriben efectivamente literatura? Decimos, con razón, que lo hacen en un porcentaje mayor al de otros oficios y profesiones, ¿pero es tan superior? No, no parece ser tan significativo ni en número ni en brillo, de otra forma, otro sería el panorama literario nacional…

Vayamos, ahora, al centro de su pregunta: ¿el estilo de aquellos analistas que sí escriben literatura está afectado por la corriente analítica a la que adscriben? Es tentador suponer que sí. Sin embargo, las cosas vuelven a complicarse cuando se va a lo concreto. Cuando lo intento, me viene al recuerdo el comentario que Paul Valéry hizo a propósito de la certeza con que se pronunciaba Gustave Cohen, un destacado comentarista de sus poesías: «La noción de Autor no es sencilla; sólo lo es respecto a terceras personas».

Pero no me escabulliré con Valéry. Consideremos un caso próximo, por ejemplo, el del novelista y analista Germán García. Se sabe que la obra teórica y la práctica analítica de Germán García están influidas por el lacanismo de Jacques-Alain Miller; él mismo ha reconocido modestamente en Miller a su «mentor», pero ¿podría decirse lo mismo de su novelística? Creo que de ninguna manera. Es más que un chiste señalar que está mucho más afectada por la figura y la obra de Henry Miller. O, en todo caso, es probable que haya algo de Henry en su clínica y algo de Jacques-Alain en sus últimas novelas; pero por senderos nada evidentes, no de una causalidad lineal sino de una que llevaría mucho trabajo y astucia develar.

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