Microrrelatos Crónicas de viajes Primera parte

Compartimos los primeros Microrrelatos que llegaron a la Convocatoria Aniversario de Viví Libros 2018! Para los que recién se enteran y quieren consultar las bases:
https://vivilibros.com/convocatoria-17-aniversario/

 

METAMORFOSIS

“Estoy harta – le dijo a sus amigas – no me gusta esta vida. Sí, soy bonita, voy de aquí para allá, pero nunca nos juntamos, cada una va por su lado. Casi siempre volando, casi nunca con los pies en la tierra. Quiero volver a ser la que era”… “Eso es imposible”, le dijeron. “Por qué?” Preguntó. “Porque nunca pasó… Así son las cosas”. Se quedó pensando: “muy bien, entendí. No se puede volver atrás. Ni quedarse quieta. Seguiré volando, de aquí para allá y al menos me divertiré tratando de evitar a cualquiera que aparezca con una red”… Hubo un ruido como de trueno y entonces ella y las otras mariposas salieron volando…

Rolando Martiñá
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
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EMBRUJADORA VENECIA

Como en ocasiones anteriores, Venecia, me sedujo a aventurarme entre sus laberínticos vericuetos. De pronto me detiene la vista de unos objetos exhibidos en una diminuta vitrina los cuales me evocan símbolos alquímicos: una columna con una serpiente enroscada, otra serpiente mordiéndose la cola cual ouroboros, matraces coloreados, etc. Intrigada irrumpo en la tienda e interrogo al encargado sobre su relación con el ars magna. Hermético y un tanto malhumorado, niega tal relación. Desazonada abandono el lugar pero no la duda. Continuo sobre la estrecha callejuela y de pronto se abre en un campo en el que se ubica una pequeña librería. Cuál no sería mi asombro cuando en un lugar privilegiado de su vitrina observo el “Mutus Liber”, un conocido texto alquimico publicado en Francia en el siglo XVII. Entro y pregunto por la obra: el el único ejemplar que poseen. Estaba numerado y pertenecía a una edición muy limitada. Sin pensarlo mucho, adquiero ese tesoro. Me dirijo hacia el emblemático café Florian situado en la Piazza San Marco a fin de ojear con detenimiento las hermosas láminas cuando, de pronto, mi mirada se posa sobre el anuncio de una exposición en la Biblioteca Nazionale Marciana, situada en la parte superior del café: “Maggia, alchimia, scienza del ‘400 al ‘700”. Ya eran muchas sincronicidades en un par de horas. Por supuesto, pase el resto del día ojeando tratados y grimorios antiguos exhibidos bajo vidrios protectores. Nunca más volví a hallar ni la misteriosa tiendita ni la librería, no obstante, quedaron inmortalizados en una novela de mi autoría cuya inspiración nació de estas enigmáticas experiencias.

Trudy Ostfeld de Bendayan
Caracas, Venezuela
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Crónicas de viajes: una de pantuflas

Hay cosas que se vuelven imprescindibles cuando viajamos: cepillo de dientes, pijama, peine… para mi pareja son imprescindibles ¡las pantuflas! Él puede viajar prescindiendo de cualquier cosa menos de sus pantuflas, ¡las ama! Y en vacaciones constituyen el símbolo de su descanso.
Nos íbamos a Nono, un pueblito de Córdoba apacible y pintoresco. Al armar la valija no deje de recordar que era necesario el preciado elemento. Pero sus pantuflas actuales estaban muy gastadas y viejas y lo convencí de dejarlas. Le dije: “Allá compramos unas nuevas y más bonitas que sean a tu gusto”, argumento que lo convenció.
Llegamos a Nono, después de atravesar el maravilloso camino de las Altas Cumbres, en un hermoso día de sol. Y ya instalados en la confortable cabaña que habíamos alquilado decidimos bajar hasta el pueblo para comprarlas. Pero, ¡oh sorpresa! Sólo había dos zapaterías en el pueblo y ninguna de las dos tenía ningún tipo de pantuflas. Mi culpa iba en aumento y a tal punto que al comprar en el Supermercado le pregunto a la cajera si tenía idea dónde podría conseguirlas. Muy seria la jovencita me respondió: “¡En la Farmacia señora, seguro que tienen!”.
Era mucho mi sentimiento de culpa y aunque me parecía un delirio decidí intentarlo. Entramos a la Farmacia, llena de clientes (estábamos en plena temporada). Nada me hacía prever que allí las vendieran. La gente compraba aspirinas, curitas, medicamentos… Llena de vergüenza y en voz baja le digo a la empleada: “Por casualidad ¿tendrán pantuflas?” Me contesta muy seria: “Un momentito por favor”, y desaparece dentro de las profundidades del negocio por varios minutos. Pensé que llamó al manicomio y ya traen la chaqueta. Pero aparece con un montón de pantuflas de diferentes tipos y números para que eligiéramos
Al día siguiente agradecí a la cajera por su excelente consejo y me contestó: “Ah señora, acá la Farmacia vende de todo! Desde sábanas hasta huevos!”

Lili
San Justo, Buenos Aires
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EL PAISAJE DE FONDO

A veces, en especial cuando reconozco que el cansancio ha hecho bien a conciencia su trabajo, me resulta por demás estimulante detener la marcha, pararme como un duque a un costado del camino que siempre va debilitándose, poner cara de sabelotodo, mirar el gentío que pasa por ahí cerca y también me gusta dedicarme a contemplar el paisaje de fondo.
Como no me considero un tipo quisquilloso cien por ciento, la conclusión más relevante de mis observaciones, en especial si me apuran un poco, la puedo resumir en pocas palabras:
Lo que pasa por el camino propiamente dicho es siempre más o menos lo mismo, el mismo río de gente en dirección a la tierra prometida o a la boca del lobo, digamos. Lo que cambia continuamente es el fondo, pero en general a este cambio no se lo llega a advertir, pasa desapercibido allá a lo lejos, perdido entre una bruma que hace las veces de cortina de hierro. Entonces, imposibilitado de abarcar más allá de mis narices, resignándome de entrada o refunfuñando durante unos pocos minutos, retorno a la contemplación de lo que ocurre a pasitos de donde estoy detenido y, después de un rato, creyendo haber descansado lo suficiente, aspiro la porción de aire más próxima, tomo el envión necesario, vuelvo a encarar la ruta y sigo mi viaje entre la multitud, ahora provisto de una dosis mayor de confianza, como si existiera la posibilidad de que al andar ya más relajado, algo de lo que alcance a ver más adelante, pudiera llegar a tener algún sentido y a darme alguna señal.

Mario Capasso
Villa Martelli, Gran Buenos Aires
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Tiempo de llegar

Ella sabía que lo más denso se acercaba. Ese cartel que divisó a lo lejos fue la señal que había estado esperando meses atrás.
¿Qué cambiaría? ¡Toda su vida!
Cuando de tomar decisiones se trataba, siempre le costó, las detenía, huía, pero esta vez sabía iba a ser diferente.
El paisaje a través de la ventanilla le recordaba aquellos tiempos de niñez, donde fantaseaba con su futuro, -hoy presente -.
[Es hora de inhalar, soltar, desprenderse, y animarse a lo nuevo, pensaba.]
Ese viaje fue para ella un camino de ida, donde cada estación que dejaba atrás quedaba olvidada.
Ella tuvo que comprender que quedó sola en su laberinto, que su tiempo, (aquel viejo tiempo), se había agotado.
Y así, con la mente libre y en blanco puso sus pies sobre su nueva tierra.
De ahí en más el volcán que hizo erupción, fue el más fuerte, el más vivo y ardiente que en toda su vida se hubiera imaginado.

Juliana Calvo
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
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