Microrrelatos Crónicas de viajes Segunda parte

Compartimos una segunda tanda de Microrrelatos que llegaron a la Convocatoria Aniversario de Viví Libros 2018! Recuerden que hay tiempo hasta el 10 de agosto próximo.

EL BONDI

Cada vez conduzco menos, así que viajo bastante en “bondi” (porteñismo derivado del portugués, sinónimo de colectivo u ómnibus). Como es bastante aburrido, trato de entretenerme con situaciones, gestos o diálogos que me llaman la atención. Internos o externos. Hace unos días íbamos por la Avenida Caseros, y una señora sentada frente a mí se persignó. Noté que estábamos pasando frente a la iglesia de San Antonio. Un minuto después, frente a la sede del club Huracán, leo un cartel con un célebre estribillo de tribuna “Somos del barrio, del barrio de la quema, somos del barrio de Ringo Bonavena”.
Qué es esto? -pensé- La quema no existe más, Bonavena tampoco, San Antonio tampoco… Creencias, creencias… Por suerte no las necesito, aunque me causen gracia…
No es cierto –dijo el otro- vos creés que vale la pena escribir esto…
El “hombre que siempre va conmigo”, suele darme estas sorpresas.

Rolando Martiñá
Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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Mi Viaje por la ciudad turística de Puerto La Cruz

Esta es una ciudad al norte del estado donde vivo, es muy linda esta ciudad, cuenta con maravillosos paisajes y muchos inventados por el hombre, me gusta ver lo que el hombre le agrega cada vez, la cambia mucho, hay casas muy bellas dentro del agua, no sé cómo las construyeron pero allí están y me asombran que algún día el agua cobre su espacio, es una ciudad o una urbanización dentro del agua, el mar, termina en espectacular centro comercial con diseño colonial, cuando estuve por allá y se presentaba algo fuerte como vaguadas o lluvias torrenciales, me preocupaba por estos lugares y su gente que allí viven que es un lugar hermoso construido por la mano del hombre. Pero también me preguntaba ¿por qué tiene que existir de esa forma, no se podría construir en otro lugar? Cerca del mar, el mar necesita su tranquilidad, allí estuve varios años y cada vez que pasaba por allí, yo mismo me embelecía viendo el hermoso paisaje, era una bella vista y deleite para quienes pasáramos por allí.
Pasaron unos añitos y cae una lluvia muy fuerte y yo pensaba en el maravilloso lugar y la gente que había comprado en excitante lugar, hasta yo entré una vez a esas casas con una amiga que también tiene amigos allí y la verdad, son muy espectaculares, estando allí mismo. Esa lluvia que cayó, gracias a Dios, eso está muy bien construido, se pueden mover las chalanas pero no las casas.
En la orilla esta un boulevard llamado “Paseo Colón” también muy bello y vi la maravilla del mar, subir casi hasta mi tamaño que cosa tan impresionante jamás había visto eso del mar, pero yo por respeto caminé bastante alejado, porque me dijeron, que cuando está así se pone muy pesada y al salir la ola me podría enviar lejos hasta sacarme a la avenida, pero era como para tomarse fotos, hasta el mar se pone coqueto. Y ya desde acá de mi pueblo siempre pregunto; ¿Cómo están las casas botes de Puerto La Cruz? En cualquier momento volveré a pasar por allá para despejar mi mente. Que bella combinación de la natura con el hombre.

Pedro Ordaz
El Tigre, Venezuela

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ARGENTINOS POR EL MUNDO

Martha, Jorge, María y yo, salimos prácticamente huyendo de Madrid, tras casi habernos congelado en el Palacio Real de Segovia y el Monasterio de Santa Teresa en Ávila. Camino al sur llegamos a los alrededores de Toledo y decidimos hacer noche en un pequeño hotel de los suburbios antes de subir a visitar la parte histórica de la hermosa ciudad.
Era una especie de subsuelo maloliente atendido por una señora de bastante edad, que con obvio mal humor respondió con ásperos ¡Sí! a cada una de nuestras preguntas. Si había lugar y si había agua caliente. Mientras los demás cargábamos los bultos , Jorge – fanático de la geografía – comenzó a desplegar un amplio mapa mientras se acercaba al mostrador. La señora, como espantada, lo paró en seco: “Ah no, yo de eso nada eh?” Jorge, sorprendido, alcanzó a explicar: “No, no, sólo quiero saber dónde estamos… “ Y quedó petrificado ante la respuesta: “Pues, ACÁ”!
Ya en la habitación nos reímos mucho con la anécdota. Y lo hicimos durante años al relatarla. Pero nunca estuvimos del todo seguros de si la mujer era en verdad corta de entendederas o, sabiéndonos argentinos, simplemente nos había tomado argentinamente el pelo.

Rolando Martiñá
Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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DOS POSTALES DE VIAJE

POSTAL I: MAGIA CORDOBESA

En nuestros viajes por Córdoba solíamos caminar a la vera del rio apretando el paso entre las piedras y los pastos altos. Fue así como llegamos a la terraza de un hotel semiabandonado que exhibía su terraza sobre el barranco. Al oído de nuestras voces aparecieron los cuidadores, gente sencilla y humilde… Les conté de mi deseo de comer pizza…pero ¿dónde? No existía ningún restorante en las cercanías.
Ellos aseguraron poder atendernos esa noche. Con algunas reticencias nos animamos y fuimos… En medio de la terraza habían armado una mesita primorosa con flores silvestres y nos sirvieron una pizza deliciosa. Después apagaron todas las luces para que pudiéramos admirar el cielo estrellado ¡Si hasta vimos pasar un satélite!
Entonces el rio nos mostraba todos sus sonidos nocturnos y los bichitos de luz iluminaban el aire cargado de perfumes inolvidables ¡MAGIA CORDOBESA! Esas cosas de la amabilidad y el don de la gente!

POSTAL 2: LOS PÁJAROS DE CÓRDOBA

Desde que estoy aquí me quedo mucho tiempo mirando absorta los diferentes tonos de verde del paisaje. El tiempo transcurre sintiendo el viento caprichoso rumorear entre ramas y pastos. Y es así como crece mi admiración por los pájaros.
Varias golondrinas, en pos de tomar agua, realizan su vuelo acrobático sobre la pileta y también hay otros de colita parada que se acercan a los saltitos sin miedo por mi presencia. Hoy, en una de nuestras caminatas matinales vimos a la lechuza que el año pasado, una noche de tormenta estaba parada sobre un palito a metros de nuestra ventana.
También se adueñan del atardecer llenando el silencio con sus cantos festivos.
Y yo no sé si porque en Buenos Aires, con el trajín diario, no me detengo (y por eso no los veo) o porque en esta serranía ellos se explayan más… Pero lo cierto es que en esta interioridad de vacaciones los pájaros son el diario condimento de mi mundo.

Viajera
San Justo, Gran Buenos Aires, Argentina

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