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Viví Libros cumple 22 años de trabajo on line

¡Celebremos juntos nuestro vigésimo segundo aniversario! En Viví Libros estamos muy emocionados de compartir con todos ustedes este hito significativo en nuestra trayectoria. Hace 22 años comenzamos nuestra labor en línea, brindando servicios bibliográficos a los amantes de la literatura de todo el mundo. Es un honor poder seguir creciendo y compartiendo nuestra pasión con ustedes, nuestros fieles seguidores.

Desde nuestros inicios, nos hemos dedicado a promover la lectura y la escritura, fomentar el amor por los libros y ofrecer un espacio donde los lectores puedan encontrar nuevas historias para disfrutar, novedades bibliográficas, servicios de búsqueda de agotados, difusión literaria y de eventos, acompañamiento a los autores desde la idea inicial hasta tener su libro circulando, entre otros muchos servicios. A lo largo de estos años, hemos trabajado arduamente para construir una comunidad de personas apasionadas por la literatura, la psicología, el psicoanálisis y todas las materias afines y nos llena de orgullo ver cómo ha crecido y evolucionado con el tiempo.

En honor a este aniversario tan especial, queremos agradecerles por su constante apoyo y confianza en nuestros servicios. Por eso, nos complace anunciar nuestra promoción exclusiva de aniversario: ¡con la compra de dos libros te regalamos otro (de nuestra lista de seleccionados)! Podrán optar por otro libro o alguna revista o publicación que hemos seleccionado para regalarles. Es nuestra manera de retribuirles y hacer que esta celebración sea aún más festiva. Queremos que tengan la oportunidad de descubrir nuevas historias y sumergirse en el maravilloso mundo de la literatura. La promoción tiene vigencia hasta el 15 de julio de 2023.

Durante estos 22 años, hemos establecido fuertes lazos con editoriales y escritores, lo que nos ha permitido ampliar constantemente nuestro catálogo y ofrecer una amplia variedad de géneros y estilos. Como siempre decimos, nos importa brindar un servicio personalizado y responder a la mayor brevedad cada una de sus consultas.

Nuestro compromiso con ustedes va más allá de ofrecer libros. También nos enorgullece proporcionar servicios bibliográficos de calidad. Nuestro equipo de expertos está siempre dispuesto a brindar asesoramiento y recomendaciones personalizadas, para que cada lector encuentre el libro perfecto que se ajuste a sus gustos e intereses. Además, contamos con una plataforma en línea fácil de usar, que les permite conocer los lanzamientos y realizar compras de manera rápida y segura.

Durante estos años, hemos sido testigos de cómo la lectura ha cambiado vidas e inspirado a muchas personas. Nos llena de alegría formar parte de esta experiencia y de ver cómo la comunidad literaria sigue creciendo en el mundo. Nuestro objetivo es continuar siendo un referente destacado de los servicios bibliográficos en línea, brindando una experiencia de calidad y promoviendo la lectura en todas sus formas.

A medida que avanzamos hacia el futuro, nos comprometemos a seguir innovando y adaptándonos a las necesidades cambiantes de nuestros lectores. Queremos ser su compañero constante en el apasionante viaje de la lectura. Juntos, hemos recorrido un largo camino en estos 22 años, y esperamos con ansias lo que el futuro nos depara por muchos años más!

En nombre de todo el equipo de Viví Libros, queremos agradecerles por su apoyo inquebrantable a lo largo de estos años. Nos enorgullece nuestra labor y esperamos poder celebrar muchos más aniversarios juntos. No olviden aprovechar nuestra promoción exclusiva de aniversario. ¡Felices 22 años a todos nosotros y gracias por ser parte de nuestra historia! Brindemos juntos! Chin chín salud!!

Lanzamiento del libro de Microrrelatos por el 20 Aniversario de Viví Libros

Nos cuenta Viviana Rosenzwit en la introducción del nuevo libro de microrrelatos:

Viví Libros nació como un emprendimiento personal por el año 2001, con el objetivo de brindar servicios bibliográficos orientados a las humanidades (Psicología, Psicoanálisis, Psiquiatría, Pedagogía, Filosofía, Sociales, Literatura, entre otras) únicamente desde la web.

Viví Libros fue creciendo paulatinamente, ampliando sus servicios a la par que ganaba la confianza de sus seguidores. Siempre sosteniendo la premisa inicial de brindar un trabajo personalizado basado en la trayectoria y el profesionalismo que nos avala para cumplir con las expectativas de cada uno de nuestros clientes.

Desde el primer aniversario nos planteamos festejarlo junto a nuestros amigos, así los cumpleaños no pasaron desapercibidos entre concursos y juegos. Nunca fue una fecha más, sino un motivo de festejo, una excusa para divertirnos y celebrar con alegría el tiempo de trabajo transcurrido.

Hoy nos encontramos soplando veinte velitas de nuestro emprendimiento y nos parece increíble. Nos sentimos orgullosos de haber transitado este camino junto a cada uno de ustedes, que nos acompañan paso a paso.

¡Gracias a los que pusieron su granito de arena para alentar nuestro crecimiento! Y especialmente gracias a Leonardo Moglia, que se sumó a la fiesta con este hermoso regalo: editar por Moglia ediciones una selección con los mejores microrrelatos de nuestros concursos. Ahora… ¡a leer!

El libro reúne una selección de once interesantes microrrelatos:

Prestame tus ojos, Viviana Rosenzwit

El nene y la nena, Alicia Acosta

Canasta de comodines, Guadalupe Campos

El castillo, Victoria Malischevski

Silvino, Raúl Zolezzi

La pluma mensajera, Mirta Bacalini

Una mujer inolvidable, Miguel Salas

Una cabaña cerca del lago, Silvia Alejandra Fernández

Visualizar, Germán Cáceres

Breve relato de un largo viaje, Zulma López Arranz

Los árboles, Mario Capasso

Ganadores Concurso 20° Aniversario Microrrelatos del Recuerdo

Queremos agradecer a todos los que se sumaron a nuestra propuesta. Recibimos 56 Microrrelatos del Recuerdo para el Concurso 20° Aniversario de Viví Libros. Nos alegra mucho la repercusión obtenida con relatos que llegaron desde distintas partes del mundo, con recuerdos de todo tipo y tantos mensajitos que nos mandaron con afecto por el festejo.

Gracias por las ganas y la alegría que nos han sabido transmitir a través de sus palabras! Es un placer darnos este recreo para escribir, leer y divertirnos juntos. Los invitamos a leerlos todos en la página web, los fuimos compartiendo a medida iban llegando.

Como suele pasar nos resultó difícil seleccionar a los cuatro finalistas ganadores, disfrutamos mucho de la lectura descubriendo el estilo de cada uno. Como ya saben, los ganadores recibirán cinco libros de regalo.

Premios: 20 años / 20 libros

Los siguientes títulos integran los premios del Concurso Microrrelatos del Recuerdo:

Digresiones, Luis Benítez

Luis Benítez: Breve antología poética, Elizabeth Auster (selección e introducción)

Las devoradoras, Fernando E. Muller

El abrazo preciso (dos para el Tango), Susana Balán

Fervorosas historias de mujeres y hombres, Irma Verolín

Kairós, Alejandro E. Reinhold

La endiablada pulpería, Ernestina Mo

El vórtice naranja, Ernestina Mo

13 historias desparejas y un desenlace…, Aníbal Leserre

El desamparo bajo la cama, Pilar Romano

Timbre a la hora de almorzar, Ángel Balzarino

Ojo por diente, Sara Zapata

Ilusorias, Alberto Laiseca (Carlos Marcos y Mica Hernández editores)

Los ojos de la divinidad, Pablo Martínez Burkett

También agradecemos a nuestros auspiciantes que hicieron posible otorgar tan lindos premios, a todos los que se hicieron eco del concurso y nos ayudaron con la difusión:

Luis Benítez, Fernando Muller, Susana Balán, Irma Verolín, Alejandro E. Reinhold, Ernestina Mo, Colección Ojo Lector de Moglia ediciones, editorial Palabrava, editorial Muerde Muertos, Daniela Rago y Mujeres 5.0, Omar Lencinas, Maxi López e Historias de aquí, En Tres Vistas, José María Marcos y La palabra de Ezeiza, Claudia Ainchil y Cultura argentina, Sobre Libros y Cultura, Vamos a Leer, y cada uno de los que compartió o republicó la noticia!

Y ahora se agrega otra buena noticia!! Moglia ediciones nos ofreció editar una selección de los mejores microrrelatos para que nos quede un lindo recuerdo. Así que estén atentos al lanzamiento.

Pero basta de suspenso y pasemos a felicitar a los protagonistas de este concurso.

Ganadores (por orden alfabético de apellido):

Alicia Acosta, Santa Fe, Argentina: El nene y la nena

Guadalupe Campos, Quilmes, Buenos Aires, Argentina: Canasta de comodines

Victoria Malischevski, Ciudad de Buenos Aires, Argentina: El castillo

Raúl Zolezzi, Ciudad de Buenos Aires, Argentina: Silvino

Los invitamos a leer los microrrelatos ganadores haciendo click en los títulos de cada uno. ¡Nuestras felicitaciones de corazón y aplausos!! Ahora… a seguir trabajando por muchos años más!!

Concurso Microrrelatos del Recuerdo Última parte

Compartimos la última tanda de los microrrelatos que fueron llegando para el Concurso 20° Aniversario Microrrelatos del Recuerdo. Y ya luego, nos abocaremos a seleccionar a los ganadores. Aunque es importante decir que todos ganamos con la linda energía festiva que circuló estas semanas por acá, gracias a todos ustedes!!

Silvino

De pibe tomaba el seis desde Parque Patricios hasta el Club Ateneo. Ese día el bondi, un Bedford sin puerta atrás, vino repleto. Subir resultó difícil. Para colmo de males yo nunca sabía dónde poner el bolso –grande, de mano– y los otros pasajeros solían tropezarse. Me miraban mal. Al llegar al Congreso, cuando me dirigía hacia la puerta para bajarme en la próxima, escuché la voz aflautada de un señor mayor con abundante melena blanca –a quien reconocí inmediatamente– que interpelaba a un joven de bigotitos anchoa con cara de vivillo.

–Muchacho –dijo– deje pasar a la señora… ¿no ve que va a bajar?

–Olivate vejete porque te gasto –vomitó el susodicho.

–¡Eh!.. ¡pero qué pendejo maleducado! – señaló el viejo

–¡Bajá pitito que te rompo la trompa!

El colectivo llegó a la parada y descendió casi todo el pasaje el cual, inmediatamente, formó un círculo dejando al joven y al viejo frente a frente. El jovencito primerió y, de derecha, tiró un poco ortodoxo cross a la mandíbula del viejo que giró apenas su cara al mismo tiempo que flexionó levemente las piernas, lo que le permitió esquivar el golpe y sacar un uppercut que hizo estallar la pera del muchacho. Se oyó el quebrar de huesos. Cayó de espaldas. No hubo sangre. Nunca la hay con estos golpes.

–¡Pibe! –Grito el viejo, se me acercó y me acarició la cabeza– ¡¿Cómo andás?! ¿Tu viejo?… ¿Bien?

–Si, Silvino. Todos bien –dije– ¿Y usted?

–Me alegro… Yo bien… ¡Ah! Avisale que el viernes vamos con el Sordo Lito a Unidos de Pompeya. Pelea el hijo del tarta. Después nos quedamos a comer.

–Le digo

–¡Que te traiga eh…! ¡Qué grande que estás…! ¿Qué hacés? ¿Siempre nadás?

–Sí

Raúl Zolezzi

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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Amantes

Me muero por saber algo de vos, por enviarte otro email, por llamarte. Sin embargo, tengo que abstenerme. ¿Quién te llamaría? ¿A qué lugar? ¿A tu oficina donde alguna vez hicimos el amor? ¿Cómo me presentaría? Ni siquiera tengo el número de tu celular. Te mandé un correo hace cuatro días: no me contestaste.

Hace un año, la segunda vez que nos vimos me dijiste que estabas casado, no me molestó. La existencia de tu mujer me resultó un dato sin importancia que me contaba alguien con quien yo aún no sabía si quería hacer el amor. Hasta me alegró saber que tenías un hijito que se había largado a caminar.

¿Y qué lugar ocupo ahora? Me lo pregunto a medida que pasan las horas del día de tu cumpleaños. Sé que estás en una celebración familiar.

Las fechas, las fechas. Después de todo, ¿qué importancia tiene una fecha? Por qué tengo que llamarlo justo para su cumpleaños? ¿Te alegraría que lo hiciera? Ya te hice llegar mi regalo a la oficina: una cerámica que hice pensando en vos. Un objeto circular que se asemeja a un cenicero pero no lo es. “¿Qué es?”, me preguntaron los compañeros del taller. Está pintado de color beige, verde, marrón, plateado y amarillo.

La última vez que nos vimos me contó que está casado hace siete años. “Casado hace siete años”, repetí en voz baja varias veces antes de dormirme. Recién entonces me dolió, me imaginé que era menos tiempo.

Paula Varsavsky

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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LA PLUMA MENSAJERA

Con la tibieza del sol comienza a despertar la vida.

Esta mañana iba caminando por las calles concurridas y ruidosas, cuando de improviso algo ocurrió, lo cual me dejó inmóvil e inmersa en lo profundo de mi ser.

Una pluma blanca, voluptuosa, cayó del cielo con movimientos lentos y ondulantes, rosó mi rostro y siguió su curso impulsada por el viento. Fue suave caricia que motivó una infinita sensación de paz.

Esa pluma que había sido abrigo de un pequeño cuerpecito apenas salido del cascarón, sintió que debía desprenderse para iniciar su vuelo fugaz. Como lo hizo el ave, también abandonó la maternal seguridad del nido para entregarse a la voluntad de una ráfaga inquieta que la transportó en alas de su libertad.

Por momentos levitaba suavemente, otros giraba con fuerza o se deslizaba rauda por el suelo entre la gente.

Pude ver con asombro que nadie advertía su presencia, todos caminaban con rapidez, absortos en sus preocupaciones, sin elevar la mirada a ninguna otra cosa que sus propios intereses.

Pero esa pluma estaba allí dotada de un halo de misterio, tan suave, liviana y etérea dando su vuelo final, con la loable misión de mostrar un mensaje.

Era el anuncio que Los Ángeles enviaron, el renacer de un nuevo ciclo vital, la magia de una mañana luminosa que invita al amor.

El milagro de la vida se manifiesta en el fresco comienzo de un nuevo día y en la somnolienta quietud del atardecer; la pluma mensajera se sumerge en esa magia.

Ahora detiene su viaje, descansará inundada de brillo bajo la luna y las estrellas, luego continuará llevando su sueño de libertad por los caminos del mundo, a quienes abran su corazón para percibir la sutil danza de la vida.

Mirta Bacalini

Casilda, Santa Fe, Argentina

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El nene y la nena

Microrrelato 1

Siempre fuimos “el nene” y “la nena”. Ya en edad escolar, cuando volvíamos de la escuela y nuestros padres aún no habían llegado de sus trabajos, hacíamos una pasadita por la panadería de Doña Delia y la Pocha. Ellas vendían las tortitas negras más ricas que nosotros pudiéramos conocer. Entonces mi hermano, dos años mayor que yo y seguramente más hambriento, se comía hasta la última. En venganza yo le demostraba mi enojo saltando sobre su cama con los zapatos de la escuela todavía en los pies. Mucho grito habrá habido porque los queridos Doña Julia y Don Carlos nos gritaban desde el otro lado del tapial: “¡Héctor! ¡Alicia!”, “¡Basta chicos!”. Y al instante Catita, la lora de Don Carlos, repetía a viva voz “¡Héctor! ¡Alicia!”. Era momento de callarse y hacer las paces.

Microrrelato 2

“El nene” y “la nena” debiéramos haber tenido juegos distintos y tal vez los teníamos, pero había algunos que nos mantenían unidos. Juntábamos docenas de botellitas de inyecciones que le pedíamos al enfermero del barrio y, bien lavadas, las llenábamos con agua coloreada con las minas de los lápices más viejos. Organizadas como en una farmacia nos extasiábamos ante la fila de botellitas antes transparentes, ahora de colores, cerradas con unos tapones rojos o grises de goma dura. Y cuando todo, absolutamente todo estaba dispuesto, tanto en nuestra imaginación como en la voluntad de arrancar con el juego, sobrevenía la catástrofe: “No juego más”- decía mi hermano. Era para mí la demolición del mundo, el ocaso planetario, el acabose ferozmente corporizado. Un río de hielo me corría entonces por dentro y aunque la tristeza volvía naves huérfanas a las botellitas de colores, yo era, sin dudas, la nave mayor.

Alicia Acosta

Santa Fe, Argentina

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COLIBRI

Hace un mes del encuentro, cuando el calor abrumaba las plantas en mi jardín y las nubes se iban densificando, como anuncio claro de pronta tormenta, salí a leer, a estar en contacto con la naturaleza y a percibir al menos una circunstancial brisa de verano que refrescara la tarde.

Sola y en silencio, compenetrada en mi lectura, escuche un trinar que me sacó de la fascinación de la historia que leía.

Mire en dirección a ese canto y pude comprobar que se trataba de un colibrí!

Ese minúsculo ave del paraíso, de color esmeralda, desplegaba sus alas, moviéndolas con fervor, entre las flores blancas del jazmín. Iba de una en otra con tanta rapidez, mientras las plumas de su cola, desplegadas cual abanico multicolor, mostraban su majestuosidad.

En ese momento nació un romance que hace estallar mi corazón; todas las tardes lo espero con ansiedad.

La cita es un hecho frecuente, se repite sin falta antes de cada crepúsculo.

Se aparece de improviso, son unos pocos segundos; entre trinos y aleteos su pequeño pico va libando el néctar que las flores le entregan amorosamente y el encanto dura hasta el ocaso siguiente.

No me percibe, no sabe que soy su enamorada silenciosa, pero ha creado un estado de encantamiento en mí; desde ese día vivo esperando el momento fugaz que guardo como tesoro en mi alma.

Mirta Bacalini

Casilda, Santa Fe, Argentina

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UN SUEÑO AZUL

Recuerdo que Seiko siempre se sintió hijo de la tierra. Dueño absoluto de los secretos de las plantas, el vivero de General Rodríguez, era su paisaje.

Había sembrado semillas e injertado plantines, desde que era un niño. Sus manos ásperas y huesudas, delataban el duro trabajo con la tierra. Y era en su rostro cetrino donde se encontraba al sol del mediodía. Verlo trabajar en sus rosales, era creer que estaba orando

Él era un hombre silencioso, sobrio de palabras. Sólo ante las rosas, sus ojos oblicuos brillaban. Frente a ellas, Seiko recuperaba el habla y una tímida sonrisa, se dibujaba en su cara.

Fue así que una mañana de primavera, luego de haber experimentado por años, los pimpollos color azulino, despertaron. La exquisita rosa azul, intensamente buscada, era una realidad posible.

Seiko lo anunció en el pueblo, como si se tratara de un nuevo nacimiento. Los vecinos curiosos, llegaron desde lejos con la intención de adquirirla. Pero Seiko sólo había colocado frente a su vivero, un gran cartel con la siguiente frase: «Los sueños imposibles, también pueden alcanzarse».

María Cristina Eremita

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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El verdadero valor de una mujer

El verdadero valor que toda mujer posee es esa fuerza invencible que asoma tanto en los momentos de felicidad, como en aquellos de extrema congoja.

Esa luz interior que resplandece como un sol cuando se trata de entregarlo todo por amor.

Podemos transformarnos en esposas, madres, hijas, hermanas, así como en doctoras, psicólogas, enfermeras, amas de casa o amantes fervorosas, en un minuto de ser necesario.

Podemos exhibir la sonrisa más sensual cuando percibimos la belleza, la bondad, el amor, lo divino y también nos ponemos de pie, abocadas a la lucha cuando la injusticia o el dolor lo requiera.

Callemos! cuando es necesario, alcemos la voz! cuando haya que hacerlo y nunca olvidemos que estamos pisando esta tierra sagrada, tratando de dejar nuestra huella profunda, contra viento y marea.

Marchemos todas juntas, guiadas por esa fuerza interior que guardamos cuál precioso diamante, en nuestros corazones.

Mirta Bacalini

Casilda, Santa Fe, Argentina

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Budapest

Una angosta escalera desciende y me conduce hacia la luz, no es más que la puerta de calle, seguramente será mi futuro recuerdo de la entrada al paraíso.

Mi abuelo, quien guía mis pasos, mientras me explica que es un katicabogár ahora bichito de San Antonio.

Es invierno, salimos a la calle que promete oler a castañas y zapallo; también a nieve, a viento que baja por el Danubio y se encamina gélido hacia el Bósforo, cruzando su salvaje delta sobre el mediterráneo; los restos del deshielo del Danubio alguna vez llegaros a las puertas de Estambul.

El abuelo Juan porta la elegancia que a principios del siglo XX portaba toda Budapest, un ambiente donde discuten Klein con Ferenczi. Budapest con sus aires entre intelectuales y aristocráticos, queriendo ser Europa no puede sino dejar saborear su herencia oriental.

Zapatos, sombrero y sobretodo con cuello de pana, bigotes manchados en tabaco; hace relativamente poco lo creí ver caminando en la Av. Múzeum (krt.) sobre la vereda del Eötvös Loránd University, le seguí el paso un rato en su rápido andar hacia el Museo Nacional Húngaro, el frio viento del invierno daba especial movimiento a su paso que mostraba la autoconciencia de su porte, su andar e indumentaria, su postura que se contraponen casi violentamente a la estética kistch del Mc Donalds y el Burguer king en cuyas puertas los jóvenes neofascistas se agolpan, sin darse cuenta que sus dueños son los mismos contra quien protestan.

Budapest ciudad de revoluciones inconclusas, donde alzaron la voz poetas como Pétofi y se sentaron en esos mismos cafés que hoy sólo son para turistas, todas cosas que indican los cambios de las diferentes épocas que se arremolinan y amontonan en la melancolía de una ciudad que vio pasar los siglos de sobresalto en sobresalto.

Csaba Herke

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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Concurso Microrrelatos del Recuerdo Séptima parte

Compartimos la séptima tanda de los microrrelatos que fueron llegando para el Concurso 20° Aniversario Microrrelatos del Recuerdo.

Pueden leer las bases en: https://vivilibros.com/convocatoria-concurso-microrrelatos-del-recuerdo/

Viajar en el tiempo

El día de las elecciones tenía la ocasión de viajar en el tiempo. La votación la llevo hasta el edificio de lo que había sido su escuela primaria. Allí en el cuarto oscuro, fue mirar el pizarrón y ya estaba ella recordando lo que fue su primer día de clases. Era el día de la ropa nueva y los cuadernos para estrenar. Se sentía contenta, esperaba el momento de hacer nuevos amigos, sin saber quiénes serían, los esperaba con ansías. Guardo las galletitas y caramelos para el recreo mientras se dejó absorber por la magia del abecedario que vio pegado en las paredes del aula. Fue ahí donde conoció realmente a sus verdaderos amigos, los libros. Fueron ellos, con la magia de sus historias, quienes durante toda su vida la acompañaron una tarde, una noche o días enteros con la posibilidad de sumergirse en palabras e ilustraciones.

Hoy más de treinta años después sabe que en esa mochila que llevó el primer día de clases, guardo para siempre cada una de las letras que le sirvieron para aprender a leer y a escribir, conociendo miles de amigos a lo largo de toda su vida. Estantes repletos que la esperan en la misma casa que hace tiempo la acompaño en la ansiedad de los preparativos para ir a la escuela.

Celina Vadurro

La Plata, Buenos Aires, Argentina

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La magia azul

Un día cualquiera se transformó en uno de los más importantes de mi vida. Sin embargo siguió siendo un día cualquiera, imposible de precisar, de saber qué hice ese día.

Me habré levantado despreocupadamente? Habré reído ante alguna broma? Habré tenido algún presentimiento de que algo estaba oscureciendo mi vida?…Sin embargo fue un día cualquiera.

Pasaron muchos meses hasta que la frase demoledora cayó sobre mí haciéndome sentir un ser extraño que se quedó sin mundo: “ Tu mamá desapareció” No hay magia, por negra que sea que pueda hacer desaparecer.

Hace pocos días, mi nieta Francesca inventó un juego: Ella tenía una “magia azul” que le permitía desaparecer. Yo tenía que cerrar muy fuerte los ojos y nombrar lugares donde ella podía estar. Por supuesto que nunca podría adivinar. Al cabo de un rato de búsqueda infructuosa ella recurría a su magia azul y me pedía que abriera los ojos, al hacerlo ella estaba ahí, sonriendo con esos ojos verdes y su preciosa carita de ángel.

Me hizo una confesión: Abuela, yo no “mi fui”, siempre “mi quedé aquí. La estreché emocionada entre mis brazos. Todavía no se imagina lo que provocó, en mí, su inocente juego.

Y si su “magia azul” la heredó de su bisabuela?

Y si yo buscaba sin poder ver?

Y si puedo pensar, que mi madre siempre está a mi lado!

Y si yo también tengo “la magia azul” y puedo estar siempre junto a los que amo!

Y si! El Principito tiene razón: Lo esencial es invisible a los ojos!

 P.D. Gracias mi amor por develarme el secreto.

Zulma López Arranz

Buenos Aires, Argentina

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La encrucijada de la muerte

7 de noviembre de 2020

El teléfono no paraba de sonar, eran las 4 de la madrugada, un día lluvioso con mucha tormenta; Atendí el teléfono y con una voz grave me dijeron:

-Detective Johnson?, necesitamos que venga al hospital Medical Center ya!!.

-Ahora?, es demasiado temprano!.

-Sí, usted es muy necesaria aquí. Queremos que evalúe las pruebas en el lugar de los hechos.

Llegue al hospital y ni siquiera sabía cómo se llamaba la víctima. Fue todo muy rápido, me contaron que la víctima se llamaba Jessica Miller, quede sorprendida cuando me dijeron que Jessica tenía 17 apuñaladas, y más sorprendida cuando me contaron que su última paciente había muerto en la habitación 17, era todo muy extraño.

Enseguida me puse a investigar, pero fue complicado ya que no había luz por la tormenta de anoche, las cámaras no funcionaban, no sabíamos completamente nada. La primera tarea fue reunirme con el médico forense James Hattie de la clínica medical center para evaluar las posibles causas de la muerte.

La joven medica Jessica Miller había sido asfixiada hasta un punto limite, y todavía viva apuñalada 17 veces. Las características de las heridas y la profundidad de la misma son la prueba del grado de ensañamiento. El cuerpo de la víctima fue hallado una vez se restauró el servicio eléctrico en el ascensor.

Siguiendo la investigación que se abrió a partir de la última paciente atendida por la doctora Miller. María García cuya muerte se produjo a raíz de las 17 puñaladas, que coinciden con el número de habitación ocupada por la misma, solicite en primer lugar las grabaciones de las cámaras del hospital y de las calles que lo circundan como así también los datos correspondientes a los familiares de María García.

Fue una larga tarea revisar las cámaras de seguridad, debí revisar no solo las del ingreso al hospital sino también las cámaras internas y las de la institución. De dicha investigación surgieron estos datos:

*Se observa que el esposo de la señora García permaneció la mayor parte del tiempo de internación de su esposa, dentro de su auto frente al hospital.

*El señor García cada vez que algún personal del hospital, que el reconocía se abalanzaba hablando con desesperación.

*Una persona todavía no identificada, fue la que más tiempo se detenía a hablar.

*Es la misma persona que la noche del fallecimiento de la señora García habla con David García (el esposo de la señora García) produciendo en el un estado emocional que puede describirse de angustia y desesperación.

*Se observa al señor García sacudiendo los hombros de la persona no identificada aun, como pidiéndole explicaciones.

*En la misma escena se observa a algunas personas que se detienen a calmar los llantos del señor García.

*La doctora Miller se ve angustiada al ver que llega una paciente de urgencia.

*Una de las últimas grabaciones antes del apagón muestra a la doctora Miller sacándole el respirador a la señora García.

Luego pasamos a ver las grabaciones de los últimos tres días, de las cámaras externas del hospital…

*Se observa a un hombre no identificado hablando a los gritos con la doctora Miller.

*Un auto gris de matrícula CB2209 aparece cada 2 horas.

*Se ve a una mujer identificada como Olivia Miller hermana de la doctora fallecida.

*Se observa al señor García hablando 7 veces al día con la doctora.

*El mismo hombre no identificado todavía, golpea a la doctora Miller.

Después de ver todas las grabaciones fuimos directo con los sospechosos y algunas personas que conocían a la víctima.

10 DE NOVIEMBRE DE 2020

INTERROGATORIO:

Paula la mejor amiga de Jessica:

-Paula dice haber visto muchas veces al novio de Jessica enfadado con ella, que nunca le cayó bien, pero que no cree que alguien haya sido capaz de asesinarla de manera tan brusca.

– Respecto a pacientes de Jessica, el ultimo paciente que tuvo fue a la señora García, era tan buena con todos esa mujer todos la amaban, pero fue una lástima que no pudieron salvarla y tuvo que estar con un respirador. Esa misma noche en el hospital estuvo su hermana por un paro cardiaco, Jessica estaba muy angustiada y nerviosa, luego de eso no la vi más.

-Donde estabas cuando se cortó la luz?, estaba en la sala de descanso, no hay testigos.

-Paula identifico al novio de Jessica…

Derek novio de Jessica:

-Hablo muy poco, estaba demasiado triste…

-Sobre porque le gritaba y le pego en las grabaciones del día anterior a su muerte: ese día fue demasiado malo para los dos, gritábamos mucho pero ya sabe todas las parejas tienen problemas, la golpee porque me dijo que no tenía agallas para hacerlo, son peleas que tienen todas las parejas. Afirmo el llorando, fue muy sospechosa su coartada.

-Donde estabas a las 2:00 AM cuando sucedió la muerte de Jessica?, el dijo que estaba en su departamento durmiendo, no hay testigos que lo hayan visto llegar, ni salir de su departamento.

Esposo de la última paciente de Jessica:

-El esposo de la señora García estaba muy triste y enfadado por haber perdido al amor de su vida. Dijo que no quería hablar.

-Que en esos momentos se alegraba de que la persona que mato a su esposa haya muerto.

Doctores del hospital:

-Dijeron que últimamente un doctor estaba mucho tiempo con la victima Jessica Miller, entraban a salas de descanso juntos y la última vez que se los vio juntos estaban discutiendo.

-Todos los demás doctores tenían coartadas firmes.

Pero todo apuntaba a una sola persona, el señor García ya que dijo que estaba feliz por su muerte, quien estaría feliz por la muerte de una persona?, solo una persona que de verdad la odiaría, por lo tanto comenzamos a investigarlo más…

El señor David García tenía aproximadamente unos 48 años, tiene hijos, una nena y dos nenes. Hace un año y meses su esposa y el tuvieron un accidente automovilístico, estuvieron meses en cama, él se recuperó, pero su esposa estaba más grave y luego de 6 meses llevaron a su esposa a terapia intensiva esperando a que despierte y con un respirador, con esperanzas él iba al hospital todos los días, tenía un horario, su hermana cuidaba a sus hijos y él los iba a ver cada día. Siempre se llevó bien con los doctores del hospital, tenían una excelente comunicación porque ni un día paraba de preguntar cómo estaba su esposa. El 6 de noviembre un día antes del fallecimiento de la doctora Jessica Miller, Decidieron sacarle el respirador a la señora María García ya que no daba señales de mejorar y tenía muerte cerebral. Fue repentino para David y demando al hospital ese mismo día por arrebatarle la vida a su esposa, estaba furioso, dicen que después se fue y no lo vieron más por el hospital.

Hablamos con la hermana de David, nos contó que hace una semana no iba a ver a sus hijos, que volvió el día de la muerte de la doctora Jessica Miller todo ensangrentado, porque según él había chocado, pero no se puede tener tanta sangre y no ir al hospital le dijo su hermana, y le conto que no pensaba ir porque en el hospital solo matan personas, y mataron al amor de su vida y no pudo parar de llorar.

Fuimos al lugar donde David decía haber chocado el auto, y tal cual cuando llegamos había un venado todavía en la calle, se veía que tenía como una semana muerto ya, seguramente así debe estar el cuerpo de Jessica.

Yo solo quería descubrir por qué y quien había asesinado a Jessica, estuve una semana sin ideas, empecé a pensar en dejar este caso, me estresaba no saber quién mataría una persona tan buena como Jessica o eso aparentaba.

Hasta que recibí un llamado, ese llamado salvo el caso, era mi amiga diciéndome que estaba embarazada.

Enseguida llame al médico forense y le pregunte si había alguna forma de que Jessica hubiese estado embarazada, me dijo que vaya, hablamos, me dio los resultados, y como esperaba si efectivamente estaba embarazada de 5 semanas, era impresionante, como no se me había ocurrido antes.

Llame a su novio y su mejor amiga y les pregunte si sabían algo de esto, los dos lo negaron, ahí fue cuando se me ocurrió ir al departamento de Jessica, era un completo desastre, y si, si no hubo nadie durante dos semanas, revise todo, ropa, la basura, cajas, muebles, TODO, y lo encontré, encontré el celular de Jessica.

Empecé a revisar todo instagram, whatsapp, llamadas, mensajes, y encontré lo que esperaba…

-Estoy embarazada, pensé que lo tenías que saber…

-Qué?, enserio me decís?

-Sí, perdón que te lo diga así, pero sé que estamos en pareja, y necesitas saber que el bebe no es tuyo.

-Co co cómo?, porque decís eso?.

– Porque hace dos semanas estuve saliendo con un compañero del hospital, perdón.

-No puedo creer que me hayas hecho esto sos una #*!$# etc…

El novio de Jessica sabía que estaba embarazada!!, porque me lo negó?. Después vi un mensaje de un tal Alex era un doctor en el hospital, hablaban casi siempre, parecían tener una amistad muy bonita, lo llame del celular de ella para que me cuente su relación con ella… Atendió y dijo:

-Hola corazón, me prestas tu tarjeta para comprar droga después te la devuelvo…

No sabía que decir y colgué, Jessica prestaba plata para que compren droga??

Pedí hablar con algunos doctores que lo conocían, decían que tenía una adicción a las drogas, lo llame como detective y hable con él, Alex me dijo que se juntaba mucho con Jessica porque ella decía que era la única persona que la entendía y que a veces ella también se drogaba. Le pregunte si alguna vez tuvo relaciones con ella, ya que estaba embarazada, el respondió que si unas 5 semanas antes de su muerte.

Ya tenía el de quien estaba embarazada, pero no sabía de quien más sospechar, hasta que recibí un llamado era Paula la mejor amiga de Jessica, me dijo que ella si sabía que estaba embaraza, le pregunte porque no me lo había contado y dijo que tenía miedo, que ella tenía que salvarla y no pudo.

Paula me invito a su casa hablamos de cómo era Jessica, me ofreció un té, le dije que sí, cuando fue a servirlo, la llamaron al teléfono, era Derek, atendí yo mientras Paula estaba sirviendo él te, las palabras exactas de Derek fueron:

-Si le decís algo de Jessica te voy a matar.

A quien le iba a decir algo?, Que le iba a decir?, No entendía…

Decidí pedirle una explicación a Paula, no sabía que contestarme, le dije que la iba a arrestar si no me decía (era solo para asustarla) , y me dijo que en realidad Derek amaba tanto a Jessica que la hizo odiarla, porque Jessica la engaño, y si ella lo amaba no hubiese estado con otro hombre y que por cierto lado estaba feliz de “alejarse” de ella.

23 DE NOVIEMBRE DE 2020

Recibí un llamado de Derek.

-Te voy a matar como a Jessica, si abrís la boca.

Ahora ya tenía confirmada mi sospecha, solo tenía que recrear la noche del 7 de noviembre…

Jessica llego al hospital temprano ese día, tenía turno de noche, fue a revisar a la señora García, le dijeron que había tenido muerte cerebral la noche anterior, dio su informe y fue a urgencias, en urgencias llego su hermana que estaba muy mal, la estaba atendiendo Alex, ella no quería porque sabía que Alex se drogaba pero no podía decir nada, nerviosa fue a hablar con su amiga Paula, le dijo que este tranquila y que todo iba a salir bien. Hablo con su novio Derek, él le dijo que iba a ser mejor si se alejaba de su vida según los últimos mensajes. La cirugía de su hermana término muy mal, ella necesitaba un respirador, pero el único que quedaba era el de la señora García, ya que ella ya no estaba viva, enseguida fue ella y se lo quito sin avisarle al esposo de la señora. Cuando le dijeron el actuó muy nervioso, y con furia, yo hubiese sentido mucha impotencia. Al ascensor se subió Derek, ella intentaba explicarle que no podía estar ahí, pero el no hizo caso. En el próximo piso subió David y Paula que acompañaba a David afuera del hospital.

Se cortó la luz, los ascensores se detuvieron, no se veía absolutamente nada, estaban los cuatro dentro, quien pudo ser era mi pregunta, luego me dijeron que faltaba un bisturí en la bandeja de una habitación. El bisturí faltante lo tenía Paula porque es la única que puede obtener ese tipo de cosas en el hospital, además de Jessica.

Derek no quería verla nunca más, asfixio a Jessica pensando que la había matado, pero Paula que era la amante de Derek, quiso encubrirlo y matar a David y que pareciera que David la mato y luego se mató a el mismo, Paula le mostro que tenía un bisturí, a lo que David se lo saco de la mano y empezó a apuñalar a Jessica de tanta impotencia, estaba realmente muy enfadado. Entre ellos prometieron no contar nada, ya que era un crimen lo que habían hecho. Tan solo por odio.

Luego de un mes terminaron delatándose entre ellos, ya que no podían con la culpa, y hoy 24 de diciembre de 2020 (noche buena) están todos arrestados pasando las fiestas en la cárcel.

-Detective Johnson?, acabamos de encontrar dos policía muertos en una celda, tiene que venir ya!!.

CONTINUARA…

Sol Baez

Buenos Aires, Argentina

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Concurso Microrrelatos del Recuerdo Sexta parte

Compartimos la sexta tanda de los microrrelatos que fueron llegando para el Concurso 20° Aniversario Microrrelatos del Recuerdo.

Pueden leer las bases en: https://vivilibros.com/convocatoria-concurso-microrrelatos-del-recuerdo/

Blues

Escucho la batería y una voz profunda que acompaña cada acorde hasta convertirlo en un torrente de placer que perfora mis tímpanos.

Pero cambio a blues, esa melodía me balancea el alma y hacen que mis dedos escriban aún sin saber sobre qué.

Muchas veces solo tenemos ganas de volcar algo en el papel, aunque ninguna idea nos ayude a crear una historia.

Sin embargo, unos minutos de vida siempre son una historia, son nuestros, nos acompañan con placer o tristeza y, algunos días, chocamos excitados con el futuro que imaginamos y al siguiente nos damos cuenta que las fantasías dejan de serlo cuando se convierten en realidad y trasforman una idea maravillosa en un momento demasiado aleatoria para festejarlo de antemano.

Pero no desistimos del futuro, ni de las ilusiones, porque no existiría el soñar si dejásemos liberado el destino a momentos sin ilusión y nos convertiríamos en simple máquinas de gastar minutos sin emociones.

La música me emociona y me deja poner estrellas donde no existían, o cerrar los ojos y vivir paisajes y amores que perdurarán en mi mente mientras dure la melodía.

Cuando mis parpados decidan que ha sido suficiente, y vuelvan a mostrar el techo blanco e inexpresivo, éste se llevará en su hormigón mis caricias y mis palmeras.

Quizás el blue se termine antes que la hoja y no sabré cuál será mi próxima ilusión.

Billy

Rosario, Santa Fe, Argentina

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ÚLTIMA NOVIA

Mi última novia a fin de cuentas resultó ser una mujer bastante mañosa, aunque en realidad a esta altura del día ya no estoy muy seguro de que haya sido la última, tal vez hubo alguna otra después, pero en todo caso la mañosa quedó estampada en mi memoria como la revelación del año, o más bien debería decir del siglo, porque el repertorio de sus triquiñuelas se extendía de una manera que aparentaba no tener fin, ni fin ni finalidad, valga la aclaración, y además sus tejemanejes se adaptaban a las condiciones climáticas más diversas, pues eran capaces de exhibirse tanto en la serenidad más absoluta como entre las sacudidas más violentamente sexuales, y esto me desconcertaba a mí y también a los distintos objetos que oficiaban de testigos de sus caprichos, partícipes mudos de sus desplantes, que al principio me sacaban de quicio, pero que con el paso del tiempo empecé a dominar, pues a partir de cierta ocasión los podía dejar pasar y seguir lo más pancho con mi indiferencia, al menos hasta el momento en que ella, mi novia, la mañosa, me manifestaba en mi propia cara un nuevo requerimiento de cumplimiento imposible, tan imposible que hasta el velador de la mesita de luz en cierta forma comenzaba a matarse de risa, se ponía de mi lado, apoyaba mi negativa mientras hacía que la iluminación del cuarto titilara a todo trapo, y entonces se producía un juego de luces y sombras que nos dejaba extasiados, mirando ambos el techo de la habitación, que con su prende y apaga tampoco lograba conformarla por completo, porque al fin y al cabo así era ella, mi última novia.

Mario Capasso

Villa Martelli, Buenos Aires, Argentina

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La ciudad de balcones engarzados

La historia con sus intrincados pasajes, transcurre en un inquietante sitio de Nueva York.

Aunque no lo crean estuvimos en ese lugar .Fue cuando decidí junto a mis hermanos más chicos, y aprovechando que hacía poco tiempo había viajado mi padre, ir a visitar a mis parientes.

Queriendo investigar y encontrarnos con ese otro mundo, decidimos entregarnos a esa travesía.

El frío interpelaba los cuerpos, era el mes de febrero.

La gente tomaba mucha sopa, prefabricada, “Minestrone”.

Descubrí entonces, que había otra forma de comer, alimentos no naturales, con otros sabores y aromas.

Muchos se amontonaban en los MC Donalds, en donde además del consomé, también había comida clásica.

Los cafés, eran servidos en vasos de plástico gigantes como un cono con luz propia.

Entraban a toda hora, unos tras otros, se disponían a esperar su ración. La oscuridad en la noche sumada a ese frío se entrometía en mis pensamientos, …qué novedoso era todo , y al mismo tiempo no tan diferente.

Recuerdo algunos paseos como la visita al zoológico. Era una selva cortada en insólitos pedazos que integraba parques de árboles y animales.

En la casa de mi tía había una gata, que paseaba orgullosa, como parte de ese universo, del barrio de “El Bronx”.

A algunas de esas personas, no volví a verlas, ni a su gata… ni a la ciudad de balcones engarzados en las paredes.

Ese paisaje unía el surrealismo que daba emoción a las escenas, a una sensibilidad en todos, que puedo definir como ternura.

Marcela Kierszenbaum

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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De la incertidumbre de la vida

En la calurosa siesta chaqueña todo incitaba al descanso. Los árboles ofrecían silenciosamente su sombra para que algunos, los más desprejuiciados, sacaran su catre para “echarse un sueñito”. También los animales buscaban un lugar para dormir. ¿Quizás durante el sueño uno no sólo descansa sino también es un modo de ignorar otras penurias?

En el barrio humilde de casas de puertas abiertas, la consigna era: “Hay que dormir la siesta”, lo que para mí, una niñita de ocho años, era una misión imposible. Me quedaba quietita y con los ojos cerrados porque mi abuela decía que así iba a quedarme dormida. Pero no, conmigo eso no funcionaba. Mi imaginación creaba personajes, historias, cambiaba finales…hasta que algún ruido indicaba que el suplicio terminó.

Sin embargo, no todos los chicos dormían la siesta. Algunos aprovechaban el momento para escabullirse de sus casas y emprender aventuras reales, no imaginarias como las mías.

“El Moncho” era uno de ellos, intrépido, valiente, decidido, gracioso, lleno de vitalidad…y vivía frente a la laguna. Cuando en la iglesia me hablaban de la existencia de un paraíso yo pensaba que sería como la laguna. Los sauces llorones, que la bordeaban, inclinaban sus ramas para besar el agua. Estaba, casi siempre, repleta de camalotes con hermosas flores azules o violetas, que inexplicablemente, tenían una mancha amarilla en el pétalo superior…y de los enormes “platos de agua” de color muy verde. A pesar de toda esa vegetación, siempre quedaba algún huequito por donde se reflejaba el cielo, increíblemente azul, que me hacía creer que el agua de la laguna era de ese color.

Por supuesto que meterse en la laguna estaba prohibido. Era peligroso! La primera vez que quise remojarme los pies en sus aguas me impresioné al hundirme en su lecho barroso, sin embargo avancé un poco más, pero las raíces de los platos de aguas se me enredaron en las piernas como si fueran los cabellos de los personajes siniestros que imaginaba en mis siestas. No. No era un paraíso.

Cuando se terminaba el horario del “suplicio”, los chicos salíamos como bandadas de pájaros a los que les abrieron sus jaulas. Un día “El Moncho” no vino.

Una mañana me desperté con los murmullos de unas preocupadas voces. ¿Qué pasó?

“El Moncho” murió.

No entendí todo, sólo que “El Moncho” se metió en la laguna para refrescarse y se clavó una madera que tenía un clavo herrumbrado…y una palabra quedó grabada en mi mente para siempre: TÉTANO.

Prendida de la pollera de mi madre fui a la casa del Moncho. Me parecía imposible que todo se viera igual si ”El Moncho” había muerto…pero cambié de opinión cuando se abrió la puerta y vi al Moncho envuelto en una sábana arriba de la mesa.

¿Por qué?

“No hay plata”

La escena parecía irreal.

Mi casa quedaba en la calle que llevaba al cementerio. Con frecuencia veía pasar los coches fúnebres tirados por hermosos caballos y se podía ver el cajón con letras doradas que decían el nombre del muerto. Si era un “angelito”, la carroza fúnebre era blanca, al igual que el cajón. Pero “El Moncho” no tenía cajón, sólo una sábana que envolvía de manera rara, su cuerpecito. No entendía ni la muerte del Moncho, ni que lo pusieran con sábanas arriba de la mesa, ni que no había plata.

Volvimos a casa y mi padre le pidió a mi mamá que fuera a la tienda a comprar no sé qué cantidad de una tela barata que se llamaba batista. Allá fue mi madre en bicicleta, bajo el ardiente sol del verano.

Yo me acurruqué en la silla de respaldo redondo y contemplé a mi padre. Buscó tablones, fáciles de encontrar en una casa que se construía “de a poquito”. Tomó medidas y con una regla grandota de madera y un lápiz de punta finita fue trazando líneas. Serruchó, lijo y clavó mientras sus hermosos ojos verdes, que muchas veces me acariciaban con su mirada, se llenaron de lágrimas. Sólo una vez había visto así a papá, fue cuando el cartero trajo una carta, con letra redonda y derechita, con la triste noticia de que su madre había muerto. Intuitivamente no dije ni una sola palabra hasta que el cajón quedó forrado con la tela celeste y listo para acompañar al Moncho en su triste destino.

En aquel momento lejos estaba de imaginar que tu corazón dejaría de latir sólo tres años después.

Sé que mis palabras y mi amor te llegan, porque siempre estás conmigo.

Quiero decirte que, así como tu mirada me sostuvo durante muchos años difíciles de mi vida, mi mirada te sostiene siempre, diciéndote: ¡Qué orgullo siento de ser tu hija!

Zulma López Arranz

Buenos Aires, Argentina

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Agua viviente

Lluvia furiosa, la ciudad se estremece. Vertiginosa es la caída de los traslucidos y delgados flecos color plata, que al observarlos a través del ventanal parecen lastimar el delicioso paisaje. Hilos transparentes que flamean para donde los lleva el viento, no se resisten, fluyen.

Repiqueteo acompasado y constante de las gotas cristalinas sobre el charco alborotado; melodía perfecta para acompañar un descanso. Sobre el alero de zinc se derraman unas gotas traviesas que obligan a cambiar el compás de la música.

En un arrebato impertinente una ráfaga insolente hace castañear las tablas de la persiana de madera. Un silbato rechinante, destemplado atraviesa la ventana dispersando los pensamientos del absorto escritor.

-¿adónde iba “el agua dulce que bajaba por la pendiente”, “clara como el agua limpia en los cauces del corazón.”?

¿Qué otros caminos, campos, ríos, mares recorrerán? Interminables serán sus anécdotas. ¿Cuántos testigos habrá?

¿Alguna vertiente calmará, la sed de un moribundo o tal vez la de algún enamorado?

Las aguas permanecerán en cada lugar lo que deban estar, se contestó el escritor.

Como cada persona y circunstancia subsiste en nuestras vidas.

 Sylvia Sondej

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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Concurso Microrrelatos del Recuerdo Quinta parte

Compartimos la quinta tanda de los microrrelatos que fueron llegando para el Concurso 20° Aniversario Microrrelatos del Recuerdo.

Pueden leer las bases en: https://vivilibros.com/convocatoria-concurso-microrrelatos-del-recuerdo/

Cuando le lavaba los pies

Me fui a lavar los pies. Mientras esperaba que salga el agua caliente, levanté la pierna y me miré el pie, con tierra en las uñas, de trabajar en el jardín, me quedé mirando los dedos largos, la separación del pulgar y el segundo, la forma del pie, flaca y alargada, y me acordé de mi papá, eran sus pies. Era como lavarle los pies a él. Esos pies grandes, tan blancos que se le notaban las venas azuladas. Cuando iba a verlo después del trabajo, ya lo habían acostado, y siempre lo destapaba y le miraba los pies, a veces le ponía medias, pensaba que tenía frío. Los fines de semana lo veía mucho sentado, se le hinchaban los tobillos, siempre le miraba los pies.

El día que murió en la clínica, tenía los pies hermosos, igual que sus ojos grises abiertos, lo miré tanto. Le acariciaba los pies, tan limpios, y suaves, como encremados, siempre tuvo la piel tan suave.

Esa tarde volví a buscarlo con la camioneta de la funeraria, el chofer me daba charla sobre porque tiene que ir el familiar, a veces se confunden y traen a otra persona de la sala refrigerada del hospital. Ir a reconocerlo ahí, en esa sala llena de cadáveres, y decir: «sí, es él». Muchas veces me di vuelta para mirarlo, que no se golpee, venía en la camilla en la parte de atrás, veía los pies desnudos, sobresalían de la sábana como mirándome, él siempre me cuidó.

Y quería estar a solas con él, en silencio, mirarlo hasta cansarme, dentro de poco no lo iba a ver más, y no, escuchar hablar un desconocido, la radio y bocinazos de tránsito en un día hermoso de sol en otoño, pasear como a él le gustaba por la Gral. Paz.

Guerrera del Arco Iris

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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La retirada

Hacía mucho que había comenzado la retirada. Mucho antes incluso de haber tomado conciencia de ello. Lo había entregado todo: su tiempo, sus ganas, su creatividad, sus ideas y nada parecía ser bienvenido. Nada era reconocido. Aún más, todo parecía ser objetado.

Acostumbrada a una vida de remar contra la corriente, tardó mucho en notarlo y siguió entregándolo todo con entusiasmo y pasíon, dando lo mejor de sí. Y lo mejor era bueno. Y así continuó sobrellevando cada maltrato, cada mal momento, cada circunstancia adversa, duplicando la apuesta. Sin embargo, el cuerpo suele decir lo que nuestros labios quieren silenciar y se niega a acompañarte, embargado por la angustia, destruye tu salud y estado de ánimo.

En esta travesía adversa, algunos comenzaron a notarlo y otros inclusive comenzaron a criticarlo. Llegó un momento en que era tanto el dolor que casi ya no dolía: ese momento en el que el dolor hace que el alma se retire del cuerpo, que el alma te abandone y ya no sientas y ya no importe.

Ahí fue cuando los otros comenzaron a notarlo y también comenzaron a retirarse. Hubo un momento en que la angustia llegó al límite. Buscó la manera de escapar sin lograrlo. Esperando que sucediera lo agendado, demorado solo por circunstancias fuera de su alcance.

Finalmente llegó la posibilidad, la salida, la oportunidad… La retirada sería demorada pero tenía fecha, ahí fue cuando comenzó a contar los días en un calendario, como los presos, esperando la llegada del gran día. En ese momento se convirtió en un observador, mirando los hechos un poco desde adentro, un poco desde afuera, sabiendo que por fin se retiraba y eso nadie, nadie, podría cambiarlo.

Edith Fiamingo

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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Canasta de comodines

El aroma a las cartas nuevas era muy particular, los mazos de esa casa de verano eran de hacía por lo menos 10 años, se podría decir que era la primera vez que sentía ese adictivo perfume. El día estaba gris, no faltaba a la costumbre de aquella época del año, un día de sol y uno nublado. Levanté el centro de mesa –un florero con tulipanes de madera violetas y rojos, que siempre me gustó- y nos dispusimos a empezar la partida. Grupos de dos: hombres contra mujeres, siempre era así.

Después de un par de rondas descartando cartas le digo a mi abuela: “¿bajás vos o bajo yo?”, confiada. Al instante, me hace una seña con los ojos y entiendo perfectamente que no llega al puntaje. No lo dudo, sacrifico mis comodines y bajo yo. “Esta vez no va a poder hacer la de comodines” dice Adolfo, mi tío abuelo. Yo me río. Es que siempre hago canasta de comodines, de alguna manera me llegan más y más.

“No puede ser la suerte de esta nena, ¡otra vez sopa!” dice mi abuelo, indignado. Mi abuela feliz y orgullosa de estar en mi equipo, al fin y al cabo, ella fue quien me enseñó a jugar. Cómo le gustaba decir que ella me enseñó a jugar, lo repetía hasta el cansancio, que nadie tenga dudas.

Ni un corte súbito hubiese alcanzado para balancear los números a favor de nuestros contrincantes, aunque esa era la especialidad del tío Adolfo. Pero lo único que lograba era hacerme enojar, lo consideraba una traición y se lo hacía saber. Tendría que estar prohibido hacer eso, yo nunca pude devolvérsela, me daba culpa. Así y todo, ganábamos cómodas. Qué cosa: con mis siete años, les era imposible ganarme en la canasta.

¿Jugamos otra vez?

Guadalupe Campos

Quilmes, Buenos Aires, Argentina

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Calculada distribución

En el espacio mágico de la cocina, en un tiempo infantil sin realidad, pensaba que los deseos de su madre se guardaban en frascos transparentes en la alacena. Dulces escondidos refugiados en cristales multicolores, especies, confituras y untuosos licores que destilaba a lo largo del año. Con amor ingenuo intuía sus sueños, con los que domaba su rebeldía y negaba su inconformismo.

Cuando ella maduró, ahita de colores y sabores; cuando la magia se había disipado, entró en la calculada distribución del amor de su madre.

La madre que todo lo da, repartía preferencias y licores de café, de mandarinas, o de huevos. Caricias y bombones de zanahoria y chocolate.

Regia en el hacer artesano, atrapaba voluntades con ribetes de primoroso crochet. Desplegaba como una gran araña sus patas, y con cada una abarcaba años de inquietud y vivencias imposibles. Trazado de un dibujo dentro del dibujo que resaltaba con diminutos cristales multicolores, ficciones, en cajas pintadas a mano.

El colmo de su amor, de su don, era el tejido de una manta de grandiosidad emotiva. El poder cobijaba sólo a los elegidos.

Como un rompecabezas, armaba la estructura de una gracia que enajenaba al escogido. Un tejido de emociones, pasiones, y múltiples filamentos que eran considerados privilegios. Un breviario que acompañaba el rito de ser madre.

Ella tejía palabras de amor, hilvanaba palabras de odio y en su conjunto era una cesión absolutamente arbitraria.

Al final de sus días, sus manos, respondiendo a un enigma, a un trazado errático, ya no pudieron seguir una línea o realizar con decoro un dibujo.

La circunstancia de que mi madre sea la protagonista de mi vida, radica en la imagen que de ella les ofrezco, compendio de todas las frustraciones, anhelos y amores de la mujer que fue.

Cristina

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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Me llamo Leonilda, pero me dicen Leo. A las reuniones de consorcio me llevo un banquito porque ya no puedo estar parada mucho tiempo. El vecino del 5*C me hace acordar a mi padre, que en realidad lo conocí por fotografías porque murió cuando yo era muy chica. Cuando Julio, mi padre, llegó a la Argentina, le anotaron mal el apellido. A muchas personas les sucedió lo mismo; yo me alegré. Durante 43 años me dediqué a la educación, aunque mi pasión son los viajes. Empecé a viajar de grande. Quién sabe si hubiese viajado de joven, estaría viviendo en otro país. A los 6 años descubrí que quería ser maestra cuando una tía me llevó a la escuela donde trabajaba. Recuerdo que aprendí a leer sola jugando con un pizarrón. Me quedaba toda la tarde dibujando y escribiendo. Mi primer trabajo fue en un grado con chicos humildes. Ello me decían: «Se va a ir como las otras maestras». Les propuse arreglar el aula; fuimos un fin de semana con los padres, y pintamos y decoramos el lugar. Ahí se dieron cuenta de que me iba a quedar. El cariño de los chicos no lo olvido más. Llegó el momento en que me jubilaron por decreto y… comencé a descubrir mi pasión. Viajé por todo el mundo, conocí al Papa Pablo Vl, fui al velatorio de Hiroito, y en Hawai fui a conocer Pearl Harbour en un barco de guerra que manejaba una mujer. Muchas veces me pregunto si me faltó valentía para hacer cosas que no hice, o por hacerlas demasiado tarde. En fin, tuve muchos novios aunque nunca viajé con ninguno; no quería tener compromisos durante el viaje. Nunca fui como Susanita, el personaje de Mafalda. Eso de casarse y tener hijos, no es para mí.

Clarice Stern

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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Concurso Microrrelatos del Recuerdo Cuarta parte

Compartimos la cuarta tanda de los microrrelatos que fueron llegando para el Concurso 20° Aniversario Microrrelatos del Recuerdo.

Pueden leer las bases en: https://vivilibros.com/convocatoria-concurso-microrrelatos-del-recuerdo/

LA PARTE BUENA DE LA HISTORIA

Era lunes.

Lunes en Cayo Guillermo, Cuba.

Ya nos volvíamos

Habíamos llegado en taxi. En un taxi que manejaba Francis, un cubano amable y buena persona. Pero nos volvíamos en avión. Es que queríamos pasear ese último día por la Havanna.

El transfer nos alcanzó al aeropuerto. Hicimos el cheking, nos revisaron y nos derivaron a una sala de espera donde sólo había un bar que vendía café y algunas galletitas que se acabaron pronto. Pero no importaba porque la salida estaba programada para las 10.30 de la mañana y ya era casi las nueve.

Las horas comenzaron a transcurrir y la pantalla nos dio su primer aviso: delayed Cerca de las 12.30 nos acercamos a preguntar, el avión estaba en reparaciones en Olguín, todavía no podían asegurarnos que llegara Todos comenzaron a ponerse nerviosos. Una jovencita se puso a gritar, otra lloraba. Es que varios tenían conexión con otras aerolíneas y perdían sus vuelos.

A las quince nos dieron un sándwich y una gaseosa (estábamos hambrientos!) A las dieciséis nos subieron a un micro sin darnos mayores explicaciones.

Llegamos a la Havanna cerca de la una de la mañana.

Nosotros no pudimos entrar a nuestro alojamiento porque debido a la hora nunca nos abrieron la puerta.

Gracias a dios cerca, había un hotel con una habitación libre.¡ Nos salió carísimo! Pero nuestro cansancio no daba para regateos.

Y ya era martes y por suerte volvíamos a nuestro país Dias después de este viaje nos enteramos del avión que se estrelló.

Y fue entonces cuando pudimos entender la parte buena de la historia.

Liliana 

San Justo, Buenos Aires, Argentina 

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Rolo tiene tres años y está compartiendo con nosotras una mesa de un bar. Nosotras charlamos entusiastamente por momentos incluso superponiéndonos.

Rolo desplegó sobre la mesa un ejército de pequeños dinosaurios y juega abstraído, sin siquiera percibir el ruido de nuestras voces.

De pronto la lucha de los dinosaurios va acompañada de un tremendo rugido.

Rolo! Mirá! Se dieron vuelta de todas las mesas para ver qué pasaba!

Rolo (dirigiéndose al público en general) No! No se preocupen, no son de verdad, son de juguete! Y continuó muy contento en su propio tiempo.

Stella Palma

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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LA PUERTA

Mi madre vivió su niñez, adolescencia y juventud en Santuario, un pueblo del departamento de Caldas que con el tiempo pasó a ser un pueblo de Risaralda, sus calles son empinadas y por supuesto caminar llevando zapatos altos era un verdadero tormento para las jóvenes de aquella época en que mi madre era una jovencita, era una verdadera hazaña y un acto que atentaba contra la ley de la gravedad hacerlo. Pues bien, mi madre vivió allí durante muchos años, pero después de contraer matrimonio se alejó del pueblo y transcurrieron otros tantos hasta que decidió regresar y ver la que fue la casa de sus padres y el lugar donde creció. Hubo preparativos e incluso buscó una fotografía del frente de su casa donde aparecía la puerta de la misma, con la ilusión de poder identificarla, ya que a no dudar podría haber cambiado algo. El hecho es que la familia preparó el viaje y efectivamente se avistó rápidamente el pueblo que aparentemente había cambiado poco, mi madre, nerviosa, caminó por las conocidas calles que en sus años mozos había recorrido, no hubo nadie que le recordara algo de su vida pasada, solo las empinadas calles conservaban su pasado, así fue como paso a paso llegó a la que había sido testigo de su crecimiento y sus amores, avistó la casa donde estaba la tienda de su padre, el corazón palpitó fuertemente en su pecho, la puerta estaba intacta, aunque en un color desteñido, pero vio incluso las marcas que en aquel entonces ostentaba, con timidez levantó su brazo para llamar a su puerta, cuando escuchó una voz de advertencia. ¡CUIDADO! Se detuvo aún con la mano levantada para escuchar aquella voz que decía. ¡Es solo una puerta, no hay muros detrás!

“Elis” Emma Llano Sierra

Jamundí (Valle del Cauca)

Colombia

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María va…

-Añamenby, amarillento…!!
-Soltame el pelo…arruinado…!!!!
Cara de Luna azulada…redonda…bañada de llanto e impotencia…!
De dolor e injusticia…!!!
De rabia y miedo…!!!
Llena de temblores….puro angustia…!!!!
……
El gringo…sucio y satisfecho….
Descubría una sonrisa….
Desollaba el placer de su poderío…!!!!
Petulante…y convencido de que su soberbia era un verdadero
manto de placer…!!!!
……..
Salimos del cine, destruidos….!!!
Después de tal denuncia no podíamos creer que la gente caminara
feliz y distendida por la calle…!!!
La película era «La Hora de María y el Pájaro de Oro»….
Pero….¡¡ Todo era verdad…!!!,
Nosotros…llorábamos…
Al poco tiempo, la grandeza poética y musical de
Antonio Tarrago Ros, convirtió tal denuncia en música,
Letra y poesía desgarrante…!
(para una negrita provinciana…no había «violencia de género»…)
«….quiso la siesta, ponerle un niño a su soledad…/
De trigo y luna…y de su mano…María va…»
………..
El Niño «de trigo y luna»…era “El hijo del Pombero»
(así llamaban a los frutos de la violación siestera…)
El hijo del gringo que invadió la tierra y masacro la dignidad de sus niñas
y sus mujeres…!!!!
Cuanto dolor doblegado en angustia…!!!
:……….
Pero la mujer mbarete….tan potente de amor, como de ira…,
camina alzando su mirada filosa….
Como si dentro suyo, un yaguarete,vigilara el momento justo…
…………..
El, salió cargando tanto vino tinto en su mirada perdida…
-rebosaba una risa babosa…con varios dientes menos…-
(Esta imagen, le multiplicó la bronca al hermano de la María,
que ardía por atravesarle el cuchillo…!!
Estaba dispuesto a hacer justicia por la inocencia del gurí…
Y por el dolor impotente de la María…angá….!!!!
………….
Chifló el aire la daga….y fue a dar en el cuello del gringo borracho,
dejándole los ojos vacíos de mirada….y muertos en el pedregal….
El viento siguió su tranco…
Era otro atardecer…
Como cualquiera….
Solo que en el rancho del fondo…su teta desprendía leche dulce
para el cambacito que se dejaba acurrucar, empezando a soñar
con un tiempo de iguales…donde su música y su lengua, fueran en el mundo,
capaces de abrazar y ofrecer la gracia de un pueblo que nació inocente, fiestero
y de carcajada limpia y dulcemente apasionada.

Marta Chemes

Corrientes Capital, Argentina

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Michi

Un día de vacaciones

trajiste en una caja de zapatos

un gatito gris con rayas blancas

y ojos verdes como los tuyos

lo llamamos Michi

tomaba leche no agua

era chiquito y saltarín

jugábamos los tres en el patio

con un ovillo de hilo peludo

si yo intentaba tocarlo me arañaba

le tenía un poco de miedo

me decías que los gatos

son muy inteligentes

que se dan cuenta si les tienen miedo

creció libre, callejero,

y no se dejaba acariciar

durante el día venía a veces

lo llamábamos para comer

raspando un cuchillo en una maceta

siempre venía corriendo a los saltos

derecho a su plato de lata blanco y azul

a la noche se trepaba a la medianera

y se iba por los techos

para hacer vida de gato, me decías

un mediodía llegó arrastrándose

todo lastimado con manchas de sangre

se dejó bañar en el fuentón de lavar la ropa

estaba quieto y todo enjabonado

me miraba yo lloraba y él también

lo cuidaste lo curaste

tardó unos pocos días en recuperar

su vida de gato

desde esa vez se dejó acariciar

pasaba más horas en casa

se echaba en las baldosas con sol

o en su almohadón cerca de la cocina

se levantaba para ir a comer

y de paso darse una vueltita entre nuestras piernas

una noche después de mi cumpleaños se fue

lo esperamos, lo llamamos,

lo buscamos por todo el barrio

lo lloramos esperanzados

y nuestro Michi nunca volvió.

Guillermina Rosales

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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Concurso Microrrelatos del Recuerdo Tercera parte

Compartimos la tercera tanda de los microrrelatos que fueron llegando para el Concurso 20° Aniversario Microrrelatos del Recuerdo.

Pueden leer las bases en: https://vivilibros.com/convocatoria-concurso-microrrelatos-del-recuerdo/

Narguile

El huerto de la casa de los abuelos, dibujaba pura calma… ¡Cuánta pasión sostenía esa calma! Creo que las plantas de ese huerto sabían transmitirlo: la albahaca era más aromática; los pimientos más ardientes para el kepe; las cebollas más húmedas y crocantes; los pomelos, limones y limas más jugosos y aquellos mangos tan dulces y sensuales que nos rebozaban de placer.

Cuando caía la noche, llegaban los “paisanos” primos del abuelo. Desde el encuentro ya le brillaban los ojos… Todos en torno de la mesa de ajedrez: los grandes marfiles golpeaban en cada movimiento de una pieza; corría el anís y el narguile encendido iba de mano en mano incendiando el ardor de sus miradas. Los chatos y negros muebles de ébano se volvían más altos. No hablaban; susurraban. Nunca conocí el final de esas reuniones: Debía salir corriendo a mi casa para la hora de la cena; vivíamos en una casa de Bahié muy antigua y hermosa con jazmines, un pozo con brocal y glicinas.

Mis sueños se encargaban de llenar de imágenes entre risas y humos donde a veces Iahome y Bahié bailaban, ella de pelos sueltos y él de sonrisa cómplice y abierta.

Marta Chemes

Corrientes Capital, Argentina

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Una mujer inolvidable

Recuerdo la primera vez que la ví, era una noche lluviosa de otoño. No la conocía, quizás algún amigo me la habría nombrado antes al pasar, no lo sé. Lo cierto es que en ese momento, en medio de la oscuridad del lugar, sus grandes ojos y amplia sonrisa me cautivaron al instante. Y ya no pude pensar en otra cosa, quería verla, hablarle, acariciarla, reírme con ella. Si la perdía de vista por unos minutos, me entraba una angustia en el pecho que nunca antes había sentido. Había mucha gente a nuestro alrededor y no podía acercarme sin molestar a todos. Siempre fui un poco tímido con las mujeres. Pero, ¿qué es esto? Temblaba, me sudaban las manos como a un adolescente hasta que ella aparecía en el plano de mi mirada y una brisita de aire fresco renovaba mi ilusión. A la salida, fuimos a comer una pizza con mis amigos. Ellos charlaban entusiasmados pero yo no podía concentrarme en aquella cena, creo que debatían alguna película, me daba igual. Sólo pensaba en volverla a ver. Pasaron los años y les mentiría si dijera que alguna vez logré tomar el suficiente coraje para intentar algo con ella. Cada tanto la sigo viendo, brilla como siempre. Ya somos grandes, ella formó pareja y hasta me enteré que tuvo unos niños. Se la ve feliz, calculo que nunca supo de mi existencia… Penélope Cruz, una mujer inolvidable.

Miguel Salas

Madrid, España

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El castillo

A mis cinco años la playa era lo mejor. Hacer pozos, coleccionar caracoles y colillas de cigarrillo. Los churros, los pirulines, correr las olas y robarles su espuma. Las esculturas con moldes se me daban bien, quizá por eso a mis padres se les ocurrió inscribirnos en aquel concurso de castillos de arena.

Fue la primera vez que pensé en cosas como ganar o perder.

Mi rol en el equipo era crucial: trasladar los baldes del mar a la playa. Habíamos logrado la proporción exacta entre arena y agua. Si me hubiesen consultado en la fase de planificación, habría sugerido algo un poco más tradicional. Pero miraba los avances, me gustaba. Teníamos un enfoque vanguardista.

Estaba totalmente comprometida con la causa. Aunque la arena quemara me movía sin ojotas para no perder ritmo. En uno de mis recorridos al mar, no supe volver. Mi mamá, que debió haber notado mis ojos desorbitados, gritó, “¡acá estamos hija, fijate si encontrás unos lindos caracoles para hacerle los dientes!”. Su pedido llamó la atención de otros competidores que empezaron a merodear nuestra obra.

Llegado el momento de soltar las palas, nuestra escultura estaba concluida.

El resultado fue fulminante. No ganamos. Tampoco perdimos. Nos descalificaron.

Me sentí desconcertada. Al principio los jueces intentaron ignorarnos. Recuerdo a mis papás discutiendo con el organizador. Hablaban demasiado fuerte y cerca. Cuando las palabras se agotaron mi mamá agarró un puñado de arena, que con una puntería extraordinaria embocó en la boca al organizador. El pato Donald, que estaba ahí para entregar  los premios, lanzó una carcajada. Un juez le arrebató la cabeza y embocó una piña. Pluto y el TopoGigio saltaron a defenderlo. La gente gritaba, hubo empujones, se volcó el carro del choclero.

Ese fue mi fracaso inaugural. Después fuimos a tomar un helado.

Victoria Malischevski

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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QUIBDÓ

La angustia le carcome los huesos.

Hoy, por primera vez y luego de dos años de búsqueda, entrará al Chocó, a ese lugar inexistente tanto para el mapa como para el gobierno colombiano. Finalmente abrazará la tumba de su padre. Enterrará su desconsuelo junto a la única costilla que yace bajo la tierra. El precio de ser un resistente – pensó, y su cabeza comenzó a perderse entre siglas:  E.L.N., F.A.R.C., P.B.I. …

Es paradójico morir cuando no se existe.

Aún no cruzaba el límite del mapa cuando sintió a lo lejos, como en sueños.

¿Y este?  ¿Por qué? No preguntes. Órdenes de arriba.

María Belén Garzón Rubino

Barcelona, España

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El sol cae como lluvia de luz sobre la reseca tierra. Metal contra metal, la chicharra inaugura un nuevo verano. Y nosotros escapamos de la siesta a compartir momentos de cariño infinito, cómplices en el juego y en la vida. 

Tirados bajo la sombra de aquel antiguo sauce, con las cabezas juntas, los ojos somnolientos, sin decir siquiera una palabra. 

De pronto nos miramos y encuentro en el fondo de tus ojos ese amor infinito que me envuelve como un manto fresco, como hecho de agua y de burbujas. 

Y se me sube el amor al pecho, y solo quiero acariciarte con todas mis manos, hundirlas en tu pelo de cobre líquido, sentir la suavidad de cada hebra, como una tela hecha por hadas invisibles. 

Ah, pero tú eres travieso…te levantas y corres, te alejas de mí, sabiendo que iré tras de tus pasos y así empezará el juego que tanto te divierte. 

Sabes que cuando te dejes atrapar te abrazaré muy fuerte, besándote en los ojos y la frente. Sabes que mi amor por ti es único e irrepetible, que no habrá otro a quien quiera de este modo, porque tú eres mi luz y mi tesoro, mi amigo y compañero, incondicional amor que será recuerdo para toda mi vida, sólo tú, mi amado Fabrizio, mi cachorro setter irlandés… 

Estrella 

Ituzaingó, Buenos Aires, Argentina 

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EL REY FALTANTE 

Afuera llueve, diluvia. Parece que el cielo decidió desbordarse esta tarde de Enero. 

Me llamo Liliana, soy psicoanalista y especialista clínica en niños y adolescentes. Quiero contarles algo que es bastante habitual en mi profesión (pero no por eso menos triste). 

Anoche los reyes se pasaron de largo de la casa de Matías. No trajeron el muñequito de Star Wards que él había pedido en esa cartita que juntos escribimos la última sesión. Parece que uno de ellos decidió dejar de ser rey mago. Decidió dejar de ser rey y también mago. Rey de corazón, rey de sueños, rey de un mundo mágico de ilusiones. Y mago de esos que chasquean los dedos y obtienen todo lo que quieren. 

¿Por qué su decisión? Creo que era preferible pelear con la mamá de Matías. Así fue como no tuvo en cuenta su desilusión y sus lágrimas. Así fue como sólo pensó en su venganza. 

Este rey mago decidió olvidar su corona y su cetro sin avisar. Y Matías se enfrentó así al dolor de sus zapatitos vacíos, al pastito que los camellos no comieron y al agua que nadie  bebió. 

No tuvo importancia su buen comportamiento de estas últimas semanas! Su madre, entregada a la pelea también lo olvidó. Y hoy Matías lloró conmigo su desilusión. 

Pude decir que a veces los reyes tienen mucho trabajo y dejan algunas cosas para el día siguiente, pude decir que tal vez alguno de ellos había tenido un percance de último momento y que quizás  esta noche se acercaran por su casa. 

Mati me miró con sus enormes ojos celestes que se encendieron al ritmo de mis palabras 

Es que los reyes pueden seguir siendo reyes aún a destiempo 

Es difícil dejar de creer en ellos aunque se equivoquen. 

Liliana 

San Justo, Buenos Aires, Argentina 

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JUAN 

Pidió que a su muerte lo cremaran y esparcieran sus cenizas en el Botánico. Juan se imaginaba debajo de los árboles, entre el verde,  oyendo cantar a los pájaros.  

El día que murió decidimos cumplir con su deseo. Llevamos a escondidas  sus cenizas. Sabíamos  que los restos humanos no se pueden diseminar en los espacios públicos, está prohibido y para eso están los cementerios. 

Ese día un policía miraba con desconfianza al grupo lloroso y a la bolsa que sin disimular llevaba la tía Elsa. Al final y  en un descuido del agente del orden, esparcimos  a Juan debajo de un hermoso paraíso. Nos quedamos tranquilos por haber cumplido con lo que nos había pedido. 

Al año siguiente todos fuimos hasta el Botánico. Era nuestra intención dejar una flor y homenajear la memoria de Juan. Y allí fue donde descubrimos que en el apuro de la jornada anterior y confundidos entre tantos árboles parecidos no podíamos recordar dónde lo habíamos dejado. 

Liliana 

San Justo, Buenos Aires, Argentina 

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Concurso Microrrelatos del Recuerdo Segunda parte

Compartimos la segunda tanda de los microrrelatos que fueron llegando para el Concurso 20° Aniversario Microrrelatos del Recuerdo.

Pueden leer las bases en: https://vivilibros.com/convocatoria-concurso-microrrelatos-del-recuerdo/

Iahome

Comenzaba el siglo y Antonio Chemes, joven hijo de una acaudalada familia (sin linaje) plantaba olivares en los alrededores de Beirut. Posó sus negros ojos en los celestes y transparentes de María Nicholas (siria de piel de porcelana y sangre azul), cuyo amor sería eternamente prohibido. Pero la pasión del “asesino del sol” (significado árabe de Chemes), pudo y unieron sus vidas con el futuro puesto en América.

Una dulce hermana de mi Abuela-Angel, comprendió sus miedos; se hizo cómplice del amor y partió con ellos (con la venia del abuelo). Al llegar al puerto de Buenos Aires su cuñada por no apellidarse Chemes, no se pudo quedar. Con desgarrado dolor, siguió viaje en el mismo barco a los Estados Unidos.

Pasaron sesenta años… Un día llegó el actor Tyrone Power a Posadas buscando a mi abuela… Resultó ser el único hijo que tuvo su hermana…! (distancia e idioma no permitieron antes el encuentro). Tremenda emoción-revolución familiar! La abuela Iahome se murió con el pasaje en su mesita de luz, sin recuperarse para el soñado reencuentro con su hermana y ese mismo año, Tyrone Power fallece de un infarto a los 40 años filmando “Ben Hur” en España…

Mi homenaje a esta tragedia de amor fue llamar Romina a mi primera hija.

Marta Chemes

Corrientes Capital, Argentina

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Desde ese otro lugar

Mi madre se despidió de este mundo en octubre de 2013, un par de meses después de haber celebrado su cumpleaños número 89. Partió naturalmente y, a juzgar por su semblante, debe haber alcanzado el Nirvana o, al menos, reencontrado a quienes amaba.

Me dejé atravesar por todo un cúmulo de sentimientos y sensaciones: dolor, tristeza, calma, agradecimiento, dudas y un gran caudal de entrega.

Así fueron pasando los meses hasta que, en marzo, llegó el día de mi cumpleaños, el primero sin ella, la mujer que me había dado la vida. A la mañana fui a trabajar y antes de volver a casa pasé por el supermercado ya que a la noche recibiría algunos invitados. Abrí la puerta, acomodé las vituallas en la heladera y me dispuse a escuchar los mensajes en el contestador. Uno de ellos me sorprendió, pues era de una íntima amiga de mi mamá que jamás me había saludado para mi cumpleaños:

“Querida Patricia, no estoy segura de la fecha exacta pero te deseo un muy feliz cumpleaños. Disculpame si no es hoy. Un beso grande. Soy Marita.”

Inmediatamente la llamé por teléfono para agradecerle el saludo y confirmarle que había acertado en cuanto al día. Y aquí transcribo sus palabras que aún hoy me conmueven:

“Vos sabés querida cuánto quería yo a tu mamá. Hace dos o tres noches soñé con ella, tomábamos un té y charlábamos largo y tendido como era nuestra costumbre. En un momento, ella me dice que esta semana era tu cumpleaños y que te mandara un beso grande de su parte. Así que, eso hago, te doy un beso mío y otro de tu madre.”

Casi en estado de shock, pero con el corazón desbordante de amor, logré hacer algún comentario coherente y pronunciar un simple “gracias” mientras sentía correr lágrimas imparables por mis mejillas.

Patricia Rossi

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

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Flema argentina

El veterano abogado, con síntomas de resaca, traspuso el acceso a los tribunales. Su carrera, orillando siempre el linde de la legalidad, había enterrado su juramento bajo su bien ganada celebridad de inescrupuloso, con trapisondas, chicanas y artilugios non sanctos. Al principio, colegas y magistrados lo saludaban con fingido respeto, hoy con una mordacidad mal disimulada.

Apenas había escalado los primeros peldaños de la añeja escalera, cuando un sujeto, antigua víctima del abogado, lo encaró, desembuchando sin preámbulos insultos de todo calibre.

Sin inmutarse, el sorprendido letrado se detuvo, impávido, en el cuarto escalón, lo que permitía al creciente número de curiosos visualizarlo desde todo el perímetro, escuchando a un tiempo la catarata de improperios que recibía

Transcurrido un buen cuarto de hora, el agresor calló, agotado por el prolongado arrebato verbal.

Se hizo un silencio expectante, a la espera de la reacción del interpelado que, sin perder compostura profesional ni buscar socorro, le espetó con grave y distinguido aplomo: “Y usted, ¿qué le contestó?”

Alejandro E. Reinhold

Luján, Buenos Aires, Argentina

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El día que no llegué

Pasos cortos hasta aquel lugar donde esperaba verla, comprimiendo el tiempo en cada baldosa. Sabía que algo me había olvidado, no estaba en su lugar, igual seguí. Sentía la humedad en los pies, en los huesos, y de a poco aumentaba una sensación de pesadez, como inyectándome de plomo. Imantado cada vez más parecía arrastrar el polvo bajo mis pies, cada partícula resonaba en los tendones y los músculos se hacían piedra.

Todo en la mente había caído, escurriéndose hasta tocar el suelo. Sentí las venas de los brazos serpentear, llenándose con violencia, marcando la piel pálida.

El cordón parecía un buen lugar con el cual fundirse, un buen lugar para sentarse y prender un cigarrillo. Un líquido espeso y oscuro se acercaba lento calle abajo, bordeó la suela blanca y roída, intentando penetrar.

Sabía que nunca iba a llegar, sabía que las ganas se habían quedado en el camino. La noche comenzaba a invadirme, solo pude permanecer ahí sentado, rodeado de sombras que recuperaban su forma bajo la luces de la calle que empezaban a titilar.

Juan RM

Bernal, Buenos Aires, Argentina

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Bahié

El primer punto temporario de residencia fue Entre Ríos: Bahié traficaba hombres al puerto de Posadas que, después de cañas y mujeres, en la “Bajada Vieja”, eran embarcados para depredar los yerbatales de la madre tierra roja, hasta que las enfermedades de ese trópico letal, abonara la tierra con sus cuerpos y sus sueños llenos de un mañana mejor. El turco Chemes se volvía con algunos pesos en su guayaca hasta que un buen señor lo sentó y, -anís de por medio- le habló del mundo que se estaba gestando y la importancia de que los hombres se iluminaran. Mi abuelo asentó entonces sus pesitos en Posadas; trajo la familia y en los albores del siglo XX nació la primera panadería de Misiones. Bahié aportó mensualmente al Partido Socialista hasta el final de sus días. Nueve hijos (dos mujeres y siete varones) formaron su hogar. La abuela ortodoxa griega, él mahometano, recibieron la bendición de la Iglesia Católica. En la ingenuidad de ese viejo delicioso, la nostalgia de su tierra, lo colocaba cada atardecer con el corazón hacia La Meca. Un extraño brillo nacido de sus ojos atravesaba el espacio rumbo a sus secretos silencios de nostalgia. Ella, Iahome -que nunca se cortó el pelo- soltaba entonces, su cascada de plata y la peinaba… No dudo en decir que toda mi historia contiene este modelo de íntimo amor envuelto en la ternura de ser cómplices silenciosos de sus almas aventureras.

Marta Chemes

Corrientes Capital, Argentina

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